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Mensajes externos de procedencia interna del Universo..

Nombre: RA
Ubicación: Orv.7, Neb, Sat.606, Ura.

9.20.2006

La rebelión de un brillante hijo III


Ya había una esfera esperando por aquellos niños que aguardaban su llegada, en aquella esfera esperaban los hijos materiales que tomarían el cuidado de cada uno de ellos, provenientes de todas partes del universo, y había personalidades de instrucción y cuidado, así como de alimentación para cada uno de los niños.
Estos infantes que no habían tenido la posibilidad de ascender, debido a que se había truncado en su planeta de origen la posibilidad de desarrollarse como un ser de voluntad propia forman agrupaciones de cinco, conformando una familia, hay grupos donde se seleccionan los infantes que cuentan con menos de cinco años, y los que ya poseen voluntad propia.

Los registradores estaban listos, los niños preparados para escuchar lo que seria la continuación de aquel relato acerca de Lucifer, y así, los registradores dieron a conocer lo siguiente;


EL HOMBRE evolucionario encuentra difícil comprender plenamente el significado y entender los sentidos del mal, el error, el pecado y la iniquidad. El hombre es lento en la percepción de que la perfección y la imperfección contrastantes producen el potencial del mal; que la verdad y la falsedad contrapuestas crean el error desconcertante; que la dote divina de la elección del libre albedrío resulta en los reinos divergentes del pecado y de la rectitud; que la búsqueda persistente de la divinidad conduce al reino de Dios en contraste con su continuo rechazo, que conduce a los dominios de la iniquidad.
Los Dioses no crean el mal ni permiten el pecado y la rebelión. El potencial del mal es temporo-existente en un universo que comprende niveles diferenciales de sentidos y valores de perfección. El pecado es potencial en todos los reinos en los que los seres imperfectos tienen la dote de saber elegir entre el bien y el mal. La presencia conflictiva misma de la verdad y la no verdad, el hecho y la falsedad, constituye la potencialidad del error. La elección deliberada del mal constituye el pecado; el rechazo volitivo de la verdad es error; la búsqueda persistente del pecado y del error es iniquidad.

Las confusiones se presentaron en aquella sala de instrucción, y preguntaron cual era el verdadero significado de lo que Lucifer consideraba como libertad, ya que muchos de los niños provenían de mundos donde la libertad era promulgada y significaban emblemas de naciones y de mundos enteros, incluso fue pronunciada para proclamar la guerra misma en su nombre, pero que sin embargo, dicha liberta era muy engañosa.

De todos los problemas confusos que surgieron de la rebelión de Lucifer, ninguno ha ocasionado más dificultad que el fracaso de los mortales evolucionarios inmaduros para distinguir entre la verdadera libertad y la falsa libertad.
La libertad verdadera es la búsqueda de las edades y la recompensa del progreso evolucionario. La libertad falsa es la decepción sutil del error del tiempo y del mal del espacio. La libertad duradera se basa en la realidad de la justicia —inteligencia, madurez, fraternidad y equidad.
La libertad es una técnica autodestructora de la existencia cósmica cuando su motivación no es inteligente, es incondicionada, e incontrolada. La verdadera libertad está progresivamente relacionada con la realidad y es por siempre respetuosa de la equidad social, la justicia cósmica, la fraternidad universal, y las obligaciones divinas.
La libertad es suicidio cuando se divorcia de la justicia material, la rectitud intelectual, la paciencia social, el deber moral, y los valores espirituales. La libertad no existe fuera de la realidad cósmica, y toda realidad de la personalidad es proporcional a sus relaciones con la divinidad.

La autovoluntad sin frenos y la autoexpresión no regulada se igualan al egoísmo sin mitigación, la ausencia máxima de santidad. La libertad sin una conquista asociada y creciente del yo es una invención de la imaginación mortal egoísta. La libertad automotivada es una ilusión conceptual, una cruel decepción. El libertinaje que se enmascara en el manto de la libertad es el precursor de la esclavitud abyecta.
La verdadera libertad es socia del genuino autorespeto; la falsa libertad es cónyuge de la autoadmiración. La verdadera libertad es el fruto del autocontrol; la falsa libertad, la suposición de la autoafirmación. El autocontrol lleva al servicio altruista; la autoadmiración tiende a la explotación de los demás para el engrandecimiento egoísta del individuo errado que está dispuesto a sacrificar el logro recto para tener poderío injusto sobre sus semejantes.
Aun la sabiduría es divina y certera tan sólo cuando es cósmica en su alcance y espiritual en su motivación.

No hay error más grande que ese tipo de autodecepción que conduce a los seres inteligentes a anhelar el ejercicio del poderío por sobre otros seres con el propósito de privar a estas personas de sus libertades naturales. La regla de oro de la justicia humana se subleva contra todos estos fraudes, injusticias, egoísmos y falta de rectitud. Tan sólo la libertad verdadera y genuina es compatible con el reino del amor y con el ministerio de la misericordia.

¡Cómo se atreve la criatura volitiva a entrometerse en los derechos de sus semejantes en nombre de la libertad personal cuando los Gobernantes Supremos del universo se colocan respetuosamente al margen de esas prerrogativas de voluntad y potenciales de personalidad! No tiene ningún ser, en el ejercicio de su supuesta libertad personal, el derecho de privar a otro ser de los privilegios de la existencia otorgados por los Creadores y debidamente respetados por todos sus leales asociados, subordinados y súbditos.

El hombre evolucionario tal vez tenga que luchar para sus libertades materiales contra tiranos y opresores en un mundo de pecado e iniquidad o, durante los tiempos primitivos, de una esfera primitiva en evolución, pero eso no ocurre en los mundos morontiales ni en las esferas de espíritu. La guerra es la herencia del hombre evolucionario primitivo, pero en los mundos de civilización normal en avance el combate físico como técnica de ajustar los malentendidos raciales ha caído desde hace mucho tiempo en descrédito.
Con el Hijo y en el Espíritu proyectó Dios la eterna Havona, y desde entonces se estableció el modelo eterno de la participación igual en la creación —el compartir. Este modelo de compartir es el diseño original para cada uno de los Hijos e Hijas de Dios que salen al espacio para involucrarse en el intento de duplicar en el tiempo el universo central de perfección eterna.
Toda criatura y todo universo en evolución que aspira a hacer la voluntad del Padre está destinado a volverse el socio de los Creadores espacio-temporales en esta magnífica aventura de logro experiencial de la perfección. Si esto no fuese verdad, el Padre no habría dotado a estas criaturas del libre albedrío creativo, y tampoco moraría en ellas, entrando verdaderamente en sociedad con ellas mediante su propio espíritu.

La locura de Lucifer fue tratar de hacer lo que no se puede hacer: saltarse el tiempo en un universo experiencial. El crimen de Lucifer fue el intento de privar a todas las personalidades en Satania de los derechos creativos, el acortamiento no reconocido de la participación personal de la criatura —participación de libre albedrío— en la larga lucha evolucionaria para lograr el estado de luz y vida tanto individual como colectivamente. Al hacer esto, este Soberano de antaño de vuestro sistema colocó el propósito temporal de su propia voluntad directamente en oposición al eterno propósito de la voluntad de Dios tal como se lo revela en el otorgamiento del libre albedrío para todas las criaturas personales. La rebelión de Lucifer amenazó así la usurpación máxima posible de la facultad del libre albedrío propia de los ascendenteros y los servidores del sistema de Satania —la amenaza de privar por siempre a cada uno de estos seres de la experiencia emocionante de contribuir algo personal y único al monumento de lenta construcción a la sabiduría experiencial que algún día existirá como sistema perfeccionado de Satania. Así pues el manifiesto de Lucifer, enmascarado en los mantos de la libertad, se presenta a la luz clara de la razón como una amenaza monumental, en consumación del hurto de la libertad personal, y hecho en una escala que tan sólo dos veces se ha visto en toda la historia de Nebadon.
En breve, lo que Dios había dado a los hombres y a los ángeles Lucifer quería quitarles, o sea, el privilegio divino de participar en la creación de sus propios destinos y del destino de este sistema local de mundos habitados.
Ningún ser en todo el universo tiene la libertad justa de privar a otro ser de la verdadera libertad, el derecho de amar y ser amado, el privilegio de adorar a Dios y de servir a sus semejantes.
Las criaturas volitivas morales de los mundos evolucionarios siempre se han preocupado por la pregunta irreflexiva de por qué los Creadores omnisapientes permiten el mal y el pecado. No comprenden que ambos son inevitables si la criatura ha de ser verdaderamente libre. El libre albedrío del hombre en evolución o del ángel exquisito no es un mero concepto filosófico, un ideal simbólico. La habilidad del hombre para elegir el bien y el mal es una realidad del universo. Esta libertad de elegir por sí mismo es una dote de los Gobernantes Supremos, y ellos no permitirán que ningún ser o grupo de seres prive a una sola personalidad en el vasto universo de esta libertad de otorgamiento divino —ni siquiera para satisfacer a estos seres desviados e ignorantes en el disfrutar de esta mal llamada libertad personal.

Aunque la identificación consciente e incondicionada con el mal (pecado) es el equivalente de la no existencia (aniquilación), siempre debe intervenir entre el momento de dicha identificación personal con el pecado y la ejecución de la pena —el resultado automático de dicho abrazo volitivo del mal— un período de tiempo de suficiente longitud como para permitir que la adjudicación del estado universal de dicho individuo se compruebe enteramente satisfactoria para todas las personalidades universales relacionadas, y que sea tan justa y recta como para ganar la aprobación del pecador mismo.

Pero si este rebelde del universo contra la realidad de la verdad y la bondad se niega a aprobar el veredicto y si el culpable conoce en su corazón la justicia de su condena pero rehúsa confesarla, entonces la ejecución de la sentencia debe ser demorada de acuerdo con la discreción de los Ancianos de los Días. Y los Ancianos de los Días se niegan a aniquilar a un ser hasta que se hayan extinguido todos los valores morales y todas las realidades espirituales tanto en el pecador como en todos los soportadores relacionados y los posibles simpatizantes.

Estaban a punto de llegar a su destino, aquellos niños ya habían recibido bastante información concerniente a la gran rebelión de uno de los hijos más grandes y magníficos del sistema, estaban a un paso de llegar a esa gran esfera que les esperaba.