Mensajes externos...

Mensajes externos de procedencia interna del Universo..

Nombre: RA
Ubicación: Orv.7, Neb, Sat.606, Ura.

6.30.2006

La verdad, la belleza y la bondad..

A lo largo de esta gloriosa edad el anhelo principal de los mortales en constante avance es la búsqueda de una mejor comprensión y una realización más plena de los elementos comprensibles de la Deidad —verdad, belleza y bondad. Esto representa el esfuerzo del hombre por discernir a Dios en la mente, en la materia y en el espíritu. Y a medida que el mortal persigue esta búsqueda, se encuentra cada vez más sumergido en el estudio experiencial de la filosofía, la cosmología y la divinidad.

Tal vez comprendéis algo de la filosofía, y la divinidad la comprendéis en la adoración, el servicio social, y la experiencia espiritual personal, pero la búsqueda de la belleza —cosmología— demasiado frecuentemente la limitáis al estudio de los burdos esfuerzos artísticos del hombre. La belleza, el arte, es en gran parte asunto de unificación de contrastes. La variedad es esencial para el concepto de la belleza. La belleza suprema, la cumbre del arte finito, es el drama de la unificación de la vastedad de los extremos cósmicos de Creador y criatura. El hombre en vías de encontrar a Dios y Dios en vías de encontrar al hombre — la criatura que se vuelve perfecta como su Creador— ése es el logro excelso de lo supremamente bello, el logro de la cúspide del arte cósmico.

De aquí que el materialismo, el ateísmo, sea la maximación de la fealdad, la cúspide de la antítesis finita de lo bello. La belleza más elevada consiste en el panorama de la unificación de las variaciones que han nacido de la realidad armoniosa pre-existente.

El logro de niveles cosmológicos de pensamiento incluye:

1. Curiosidad. Hambre de armonía y sed de belleza. Intentos persistentes de descubrir nuevos niveles de relaciones cósmicas armoniosas.

2. Apreciación estética. Amor de lo bello y apreciación en constante avance del toque artístico en todas las manifestaciones creativas en todos los niveles de la realidad.

3. Sensibilidad ética. A través de la realización de la verdad, la apreciación de la belleza conduce al sentido de la idoneidad eterna de aquellas cosas que lindan con el reconocimiento de la verdad divina en las relaciones de la Deidad con todos los seres; y de este modo aun la cosmología conduce a la búsqueda de los valores divinos de la realidad —a la conciencia de Dios.

Los mundos establecidos en luz y vida están tan plenamente preocupados por la comprensión de la verdad, la belleza y la bondad porque estos valores de calidad abarcan la revelación de la Deidad a los reinos del tiempo y el espacio.
Los significados de la verdad eterna hacen un llamado combinado a las naturalezas intelectual y espiritual del hombre mortal. La belleza universal comprende las relaciones armoniosas y los ritmos de la creación cósmica; esto es más claramente el llamado intelectual y conduce hacia la comprensión unificada y sincronizada del universo material. La bondad divina representa la revelación de los valores infinitos a la mente finita, para que sean percibidos y elevados al umbral mismo del nivel espiritual de la comprensión humana.

La verdad es la base de la ciencia y la filosofía, y ofrece el cimiento intelectual para la religión. La belleza patrocina el arte, la música y los ritmos significativos de toda experiencia humana. La bondad comprende el sentido de la ética, moralidad y religión —hambre de perfección experiencial.

La existencia de la belleza implica en la criatura la presencia de una mente apreciativa, tan certeramente como el hecho de la evolución progresiva indica la dominación de la Mente Suprema. La belleza es el reconocimiento intelectual de la síntesis armoniosa espacio-temporal de la diversificación enorme de la realidad fenomenológica, todo lo cual proviene de una singularidad pre-existente y eterna.

La bondad es el reconocimiento mental de los valores relativos de los diversos niveles de perfección divina. El reconocimiento de la verdad implica una mente de estado moral, una mente personal con habilidad para discriminar entre el bien y el mal. Pero la posesión de la bondad, la grandeza, es la medida del verdadero logro de la divinidad.

El reconocimiento de relaciones verdaderas implica una mente competente para discriminar entre la verdad y el error. El otorgamiento del Espíritu de la Verdad que envuelve las mentes humanas del planeta, responde infaliblemente a la verdad —la relación espiritual viviente de todas las cosas y todos los seres tal como son coordinados en la ascensión eterna hacia Dios.

Todo impulso de todo electrón, pensamiento, o espíritu es una unidad actuante en el universo entero. Sólo el pecado está aislado y el mal resiste a la gravedad en los niveles mental y espiritual. El universo es un todo; ninguna cosa ni ser existe ni vive en aislamiento. La autorrealización es potencialmente maléfica si es antisocial. Es literalmente verdad: «Ningún hombre vive para sí». La socialización cósmica constituye la forma más elevada de unificación de la personalidad. Dijo Jesús: «Aquél que entre vosotros quiere ser el más grande, dejad que sea el servidor de todos».

Aun la verdad, la belleza y la bondad —el acercamiento intelectual del hombre al universo de mente, materia y espíritu— deben estar combinados en un concepto unificado de un ideal divino y supremo. Así como la personalidad mortal unifica la experiencia humana con la materia, mente y espíritu, del mismo modo este ideal divino y supremo se vuelve poder-unificado en la Supremacía y luego personalizado como Dios de amor paterno.
Todo discernimiento de las relaciones de las partes de cualquier totalidad requiere una comprensión de la relación de todas las partes con ese todo; y en el universo esto significa la relación de las partes creadas con un Todo Creativo. La Deidad se vuelve por lo tanto el objetivo trascendental, aun infinito, del logro universal y eterno.

La materia física es la sombra espacio-temporal del brillo Paradisiaco de energía de las Deidades absolutas. Los significados de verdad son las repercusiones en el intelecto mortal del verbo eterno de la Deidad —la comprensión espaciotemporal de los conceptos supremos. Los valores de bondad de la divinidad son los ministerios misericordiosos de las personalidades espirituales de lo Universal, lo Eterno y lo Infinito a las criaturas espacio-temporales finitas de las esferas evolucionarias.

Estos significativos valores de realidad de la divinidad están combinados en la relación del Padre con cada criatura personal como amor divino. Están coordinados en el Hijo y sus hijos como misericordia divina. Manifiestan sus cualidades a través del Espíritu y de sus hijos e hijas espirituales como ministerio divino, el retrato de la misericordia amante a los hijos y las hijas del tiempo.

Para el hombre finito la verdad, la belleza, y la bondad abrazan la revelación plena de la realidad de divinidad. A medida que esta comprensión y amor de la Deidad encuentra expresión espiritual en la vida de los mortales que conocen a Dios, se producen los frutos de la divinidad: paz intelectual, progreso social, satisfacción moral, felicidad espiritual, y sabiduría cósmica.

Los mortales avanzados en un mundo en la séptima etapa de luz y vida han aprendido que el amor es lo más grande en el universo —y saben que Dios es amor.
El amor es el deseo de hacer el bien a los demás.

6.23.2006

Consejos para un rico...

Cierto hombre rico, ciudadano romano y estoico, se interesó vivamente en las enseñanzas de Jesús, que le había sido presentado por Angamón. Después de muchas conversaciones íntimas este rico ciudadano le preguntó a Jesús qué haría él con la riqueza, si la poseyera, y Jesús le respondió: «Dedicaría la riqueza material al mejoramiento de la vida material, así como dedicaría el conocimiento, la sabiduría y el servicio espiritual al enriquecimiento de la vida intelectual, al ennoblecimiento de la vida social y al adelanto de la vida espiritual. Administraría la riqueza material como guardián prudente y eficaz de los recursos de una generación para el beneficio y el ennoblecimiento de la generación próxima y de las generaciones sucesivas».
Pero el rico no estaba del todo satisfecho con la respuesta de Jesús. Se atrevió a preguntar nuevamente: «¿Pero qué crees tú que deba hacer un hombre en mi posición con su riqueza? ¿Debo quedarme con ella, o debo repartirla?» Cuando Jesús se dio cuenta de que este hombre deseaba sinceramente conocer más profundamente la verdad sobre su lealtad a Dios y su deber para con sus semejantes, le dijo además: «Mi buen amigo, entiendo que buscas sinceramente la sabiduría y que honestamente amas la verdad; por eso pienso exponer mi punto de vista sobre la solución de tus problemas relacionados con las responsabilidades de la riqueza. Lo hago porque tú has solicitado mi consejo, y al ofrecértelo, no estoy pensando en la riqueza de ningún otro hombre rico; mi consejo es sólo para ti, para tu orientación personal. Si honestamente deseas considerar tu riqueza como un fideicomiso, si realmente deseas convertirte en un guardián prudente y eficaz de tu riqueza acumulada, entonces te aconsejaría que hicieras el siguiente análisis de los orígenes de tus riquezas: pregúntate, y trata de hallar la respuesta honesta, ¿de dónde vino esta riqueza? Y como ayuda en el análisis de los orígenes de tu gran fortuna, te sugeriría que recordaras los siguientes diez métodos distintos de acumular riquezas materiales:
« 1. Riqueza heredada —que proviene de los padres y otros antepasados.
« 2. Riqueza descubierta —que proviene de los recursos no cultivados de la madre tierra.
« 3. Riqueza comercial —obtenida como ganancia justa en el intercambio y trueque de bienes materiales.
« 4. Riqueza injusta —que proviene de la explotación injusta o de la esclavitud de nuestros semejantes.
« 5. Riqueza de interés —que proviene de la posibilidad de ganancia justa y equitativa de un capital invertido.
« 6. Riqueza de genio —que proviene de las recompensas por las dotes creadoras e inventivas de la mente humana.
« 7. Riqueza accidental —que se deriva de la generosidad de un semejante, o de las circunstancias de la vida.
« 8. Riqueza robada —que se obtuvo mediante iniquidades, deshonestidad, robo o fraude.
« 9. Fondos fiduciarios —riqueza puesta en tus manos por un semejante para un uso específico, ahora o en el futuro.
« 10. Riqueza ganada —riqueza que proviene directamente de tu trabajo personal, la justa y equitativa recompensa de tu diario esfuerzo de mente y cuerpo.
«Así pues, amigo mío, si quieres ser un fiel y justo guardián de tu gran fortuna, ante Dios y al servicio de los hombres, debes dividir aproximadamente tu riqueza en estos diez grandes grupos, y luego proceder con la administración de cada porción según la interpretación sabia y honesta de las leyes de la justicia, de la equidad, de la imparcialidad y de la verdadera eficacia; aunque el Dios del cielo no te condenará si a veces yerras, en situaciones dudosas, a favor de la consideración misericordiosa y altruista de la aflicción de las víctimas que sufren las infortunadas circunstancias de la vida mortal. Cuando tengas una duda honesta acerca de la equidad y justicia en una situación material, deja que tus decisiones favorezcan a los necesitados. Favorece a los que sufren el infortunio de penurias inmerecidas».
Después de discutir estos asuntos durante varias horas, y respondiendo a la solicitud del rico que deseaba una instrucción más amplia y detallada, Jesús expandió su consejo, diciendo en sustancia: «Al ofrecerte estas sugerencias ulteriores relativas a tu actitud hacia la riqueza, te advierto que debes considerar mis consejos como observaciones exclusivamente para ti y para tu orientación personal. Tan sólo hablo por mí y para ti en calidad de amigo que quiere saber. Te suplico que no te conviertas en un dictador en cuanto a cómo otros ricos deben tratar su riqueza. Te aconsejaría pues:
« 1. Como guardián de riquezas heredadas debes considerar sus orígenes. Tienes la obligación moral de representar a la generación anterior en la transmisión honesta de riquezas legítimas a las generaciones venideras después de sustraer un monto justo para el beneficio de la generación presente. Pero no estás obligado a perpetuar deshonestidades ni injusticias que puedan haberse producido en la acumulación indebida de riquezas de tus antepasados. Podrás desembolsar cualquier porción de tu riqueza heredada que resulte provenir del fraude o de la iniquidad según tus convicciones de justicia, generosidad y restitución. Podrás utilizar el resto de tu herencia legítima equitativamente y trasmitirlo en seguro fideicomiso de una generación a otra. Un prudente sentido de discernimiento y un sano juicio deben guiar tus decisiones en cuanto al legado de las riquezas a tus sucesores.
« 2. Todo el que disfrute de riquezas descubiertas debe recordar que una persona tan sólo vive en la tierra una corta temporada y debe, por consiguiente, disponer adecuadamente para que estos descubrimientos puedan ser compartidos de la manera más útil con el mayor número posible de sus semejantes. Si bien no debe negársele al descubridor toda recompensa por su trabajo de búsqueda y descubrimiento, tampoco deberá éste reclamar con egoísmo todas las ventajas y beneficios que puedan obtenerse del descubrimiento de recursos atesorados por la naturaleza.
« 3. Hasta tanto elijan los hombres conducir los negocios del mundo mediante el comercio y el trueque, tienen derecho a una ganancia justa y legítima. Todo comerciante merece un pago por sus servicios; el mercader tiene derecho a su salario. La equidad en el comercio y el trato honesto acordado a los semejantes en el negocio organizado del mundo crea muchos y diversos tipos de riqueza por ganancia, y cada una de estas fuentes de riqueza debe ser juzgada por el metro de los principios más elevados de la justicia, la honestidad y la equidad. El mercader honesto no debe dudar en recibir la misma ganancia que con equidad le otorgaría a su colega en una transacción similar. Aunque este tipo de riqueza no es idéntico a los ingresos ganados individualmente, cuando los negocios se llevan a cabo en gran escala, al mismo tiempo, esta riqueza acumulada honestamente le otorga a su poseedor una considerable equidad que le asegura el derecho de tener voz en las decisiones relativas a su distribución subsiguiente.
« 4. Ningún mortal que conozca a Dios y trate de hacer la voluntad divina podrá caer tan bajo como para participar en la opresión mediante el poder de la riqueza. Ningún hombre de noble corazón podrá dedicarse a acumular el poder de la riqueza mediante la esclavización o la explotación injusta de sus hermanos en la carne. Las riquezas son una maldición moral y un estigma espiritual cuando provienen del sudor del hombre mortal oprimido. Toda riqueza así obtenida debe ser restituída a quien le fuera de esta manera robada o a sus hijos o a los hijos de sus hijos. No puede edificarse una civilización perdurable sobre la práctica de robarle al trabajador su salario.
« 5. La riqueza honesta tiene derecho a cobrar interés. Hasta tanto los hombres pidan prestado y reciban préstamos, puede recaudarse un justo interés siempre y cuando el capital prestado provenga de una riqueza legítima. Purifica primero tu capital y podrás entonces reclamar el interés. No permitas que tu avidez te haga caer en la práctica de la usura. No permitas que tu egoísmo te lleve a emplear el poder del dinero para ganar ventajas injustas sobre tus semejantes en dificultades. No caigas en la tentación de recibir usura de tu hermano que está en apuros financieros.
« 6. Si llegas a la riqueza por tu genio, si tus riquezas se derivan de las recompensas por tus dotes de inventiva, no pretendas una porción injusta de tales recompensas. El genio le debe algo tanto a sus antepasados como a su progenie; también le debe a su raza, a su nación y las circunstancias de sus descubrimientos e invenciones; también debe recordar que elaboró y llevó a cabo sus invenciones en su calidad de hombre entre los hombres. Al mismo tiempo, sería igualmente injusto privar al genio de toda posibilidad de aumentar su riqueza. Será por siempre imposible que los hombres establezcan leyes y reglas que se puedan aplicar igualmente a todos los problemas relacionados con una distribución equitativa de la riqueza. Primero debes reconocer al hombre como tu hermano, y si deseas honestamente hacer por él lo que quisieras que él hiciese por ti, los dictados elementales de la justicia, la honestidad y la equidad te guiarán en la disposición justa e imparcial de todos los problemas recurrentes de la recompensa económica y la justicia social.
« 7. A excepción de los honorarios justos y legítimos correspondientes a la tarea de la administración, ningún hombre debe reclamar para sí una riqueza que el tiempo y la ocasión puedan haber depositado en sus manos. Las riquezas accidentales deben ser consideradas en cierto modo como un fideicomiso que ha de administrarse para beneficio del propio grupo económico o social. A los poseedores de tales riquezas se les debe conceder la voz principal en la determinación de una distribución prudente y efectiva de estos recursos no ganados. El hombre civilizado no siempre considerará todo lo que controla como su posesión personal y privada.
« 8. Si una porción determinada de tu fortuna se ha obtenido a sabiendas mediante el fraude; si alguna parte de tu riqueza ha sido acumulada mediante prácticas deshonestas o métodos no equitativos; si tus riquezas provienen de tratos injustos con tus semejantes, apresúrate a restituir estos bienes mal habidos a sus legítimos dueños. Haz plena retribución y de este modo limpia tu fortuna de toda riqueza mal habida.
« 9. La administración de la riqueza de una persona para el beneficio de otras es una responsabilidad solemne y sagrada. No comprometas ni pongas en peligro ese fideicomiso. Toma para ti de un fideicomiso tan sólo lo que permitiría cada hombre honesto.
« 10. Esa parte de tu fortuna que corresponda a lo que ganaste con tus propios esfuerzos mentales y físicos —si has hecho tu trabajo en justicia y equidad— es verdaderamente tuya. Ningún hombre podrá negarte el derecho de conservar y usar esa porción de tu riqueza siempre y cuando el ejercicio de este derecho no perjudique en modo alguno a tus semejantes».

Cuando Jesús hubo terminado su discurso, este romano rico se levantó de su silla y, al darle las buenas noches, le hizo esta promesa: «Mi buen amigo, percibo que eres hombre de gran sabiduría y bondad, y mañana mismo comenzaré a administrar mis bienes de acuerdo con tu consejo».

Origenes de la adoración..

Mensaje dicho para conocer los orígenes de la adoración.

La religión primitiva tuvo un origen biológico, un desarrollo evolucionario natural, aparte de las asociaciones morales y de toda influencia espiritual. Los animales más elevados tenían temores, pero no ilusiones, por lo tanto no tenían religión. El hombre crea sus religiones primitivas a partir de sus temores y mediante sus ilusiones.
En la evolución de la especie humana, la adoración en sus manifestaciones primitivas aparece mucho antes de que la mente del hombre sea capaz de formular los conceptos más complejos de la vida aquí y la del más allá, que merecen llevar el nombre de religión. La religión primitiva era totalmente intelectual en su naturaleza y se basaba enteramente en circunstancias asocionales. Los objetos de la adoración eran siempre sugestivos; consistían en las cosas de la naturaleza que estaban cerca, o que tenían gran influencia en la experiencia común de los primitivos urantianos (humanos) de mente simple.
Una vez que la religión progresó más allá de la adoración de la naturaleza adquirió raíces de origen espiritual, pero siguió sin embargo estando condicionada por el medio ambiente social. A medida que se desarrolló la adoración de la naturaleza, los conceptos del hombre imaginaron una división del trabajo del mundo supermortal; había espíritus de la naturaleza para los lagos, los árboles, las cascadas, la lluvia y cientos de otros fenómenos terrestres comunes.
En uno u otro momento el hombre mortal ha adorado todo lo que se encuentra en la faz de la tierra, incluyéndose a sí mismo. También ha adorado todo lo que se pudiera imaginar en el cielo y por debajo de la superficie de la tierra. El hombre primitivo temía todas las manifestaciones de poder; adoraba todo fenómeno natural que no podía comprender. La observación de las poderosas fuerzas de la naturaleza, tales como tormentas, inundaciones, terremotos, avalanchas, volcanes, fuego, calor y frío, impresionaban grandemente la mente humana en expansión. Las cosas inexplicables de la vida aún se llaman «actos de Dios» y «dispensaciones misteriosas de la Providencia».

1. LA ADORACIÓN DE LAS PIEDRAS Y LAS COLINAS
El primer objeto adorado por el hombre en evolución fue una piedra. Aún presentemente los katerinos del sur de la India adoran una piedra, así como lo hacen numerosas tribus en el norte de la India. Jacob durmió sobre piedra porque la veneraba; hasta llegó a ungirla. Raquel ocultaba una cantidad de piedras sagradas en su tienda.
Las piedras impresionaron primero al hombre primitivo porque eran fuera de lo común debido a la forma en que aparecían tan repentinamente sobre la superficie de un campo cultivado o de un campo de pastura. Los hombres no sabían tomar en cuenta la erosión ni los resultados de la arada de la tierra. Las piedras también impresionaban mucho a los pueblos primitivos debido a su frecuente parecido con los animales. La atención del hombre civilizado se detiene ante numerosas formaciones rocosas de las montañas que tanto se asemejan al hocico de un animal o aun a un rostro humano. Pero la influencia más profunda fue ejercida por las piedras meteóricas que los humanos primitivos veían entrar en la atmósfera en grandiosidad llameante. La estrella caída era impresionante para el hombre primitivo, y creyó fácilmente que estas cintas de fuego marcaban el pasaje de un espíritu camino a la tierra. No es de sorprender que los hombres fueran llevados a adorar dichos fenómenos, especialmente cuando descubrieron posteriormente los meteoros. Esto llevó a una mayor reverencia por todas las demás rocas. En Bengal muchos adoran un meteoro que cayó a la tierra en el año 1880 después de Cristo.
Todos los clanes y tribus antiguos tenían sus piedras sagradas, y la mayor parte de los pueblos modernos manifiestan cierto grado de veneración por ciertos tipos de piedra —sus alhajas. En la India se reverenciaba un grupo de cinco piedras; en Grecia era un racimo de treinta; entre los hombres rojos es generalmente un círculo de piedras. Los romanos siempre arrojaban una piedra al aire cuando invocaban a Júpiter. En la India aún hasta este día una piedra puede ser utilizada como testigo. En algunas regiones la piedra se puede emplear como talismán de la ley, y por su prestigio un criminal puede ser llevado a la corte. Pero los simples mortales no siempre identifican la deidad con un objeto de ceremonia reverente. Estos fetiches muchas veces son meros símbolos del verdadero objeto de la adoración.
Los antiguos tenían un respeto peculiar por los orificios en las piedras. Esas rocas porosas se suponían ser extraordinariamente eficaces para curar enfermedades. No se perforaban las orejas para llevar piedras, pero sí se colocaban piedras dentro del oído para mantener el orificio auditivo abierto. Aún en los tiempos modernos las personas supersticiosas hacen un agujero en las monedas. En África los nativos mucho vociferan de sus piedras fetiches. En efecto, entre todas las tribus y pueblos atrasados las piedras aún se consideran con veneración supersticiosa. La adoración de las piedras aún presentemente está muy difundida en todo el mundo. La piedra sobre la tumba es un símbolo sobreviviente de las imágenes e ídolos que se esculpían en la piedra, en relación con las creencias en fantasmas y espíritus de los seres humanos fallecidos.
La adoración de las colinas vino después de la adoración de las piedras, y las primeras colinas que fueron veneradas eran grandes formaciones rocosas. Luego se volvió costumbre creer que los dioses habitaban las montañas, de manera que las altas elevaciones de tierra eran adoradas por esta razón adicional. A medida que pasaba el tiempo, ciertas montañas fueron asociadas con ciertos dioses y por consiguiente se volvieron sagradas. Los aborígenes ignorantes y supersticiosos creían que las cuevas llevaban al mundo subterráneo, con sus espíritus y demonios malignos, en contraste con las montañas, que eran identificadas con los conceptos de desarrollo más reciente de los espíritus y las deidades buenos.

2. LA ADORACIÓN DE LAS PLANTAS Y DE LOS ÁRBOLES
Las plantas primero fueron temidas y después adoradas debido a los licores intoxicantes que de ella se derivaban. El hombre primitivo creía que la intoxicación lo volvía a uno divino. Se suponía que había algo de especial y sagrado en tal experiencia. Aún en los tiempos modernos las bebidas alcohólicas se conocen con el nombre de «bebidas espirituosas».
El hombre primitivo consideraba el grano en crecimiento con temor y respeto supersticioso. El apóstol Pablo no fue el primero en derivar del grano en crecimiento profundas lecciones espirituales y en predicar creencias religiosas.
Los cultos de la adoración de los árboles están entre los grupos religiosos más antiguos. Todas las primitivas bodas se celebraban bajo los árboles, y cuando la mujer deseaba hijos, se la encontraba de vez en cuando en el bosque abrazando afectuosamente un roble robusto. Muchas plantas y árboles eran venerados debido a sus poderes medicinales verdaderos o imaginarios. El salvaje creía que todos los efectos químicos se debían a la actividad directa de la fuerzas sobrenaturales.
Las ideas sobre los espíritus de los árboles variaban grandemente entre las distintas tribus y razas. Algunos árboles estaban habitados por espíritus bondadosos; otros, por espíritus engañosos y crueles. Los finlandeses creían que la mayoría de los árboles estaban ocupados por espíritus bondadosos. Los suizos por mucho tiempo desconfiaron de los árboles, creyendo que contenían espíritus engañosos. Los habitantes de la India y de Rusia oriental consideran que los espíritus de los árboles son crueles. Los patagones aún adoran a los árboles, así como lo hacían los primitivos semitas. Mucho después de que los hebreos dejaran de adorar a los árboles, continuaron venerando a sus varias deidades en las arboledas. Excepto en la China, existió antiguamente un culto universal del árbol de la vida.
La creencia de que el agua o los metales preciosos por debajo de la superficie de la tierra pueden ser detectados por una varilla adivinadora de madera es una reliquia de los antiguos cultos a los árboles. El mayo, el árbol de navidad y la práctica supersticiosa de tocar madera perpetúan algunas de las antiguas costumbres de adoración a los árboles y algunos de los cultos al árbol más recientes.
Muchas de estas formas más antiguas de veneración de la naturaleza se mezclaron con técnicas posteriores de adoración, pero la adoración más primitiva activada por el ayudante de la mente estaba funcionando mucho antes de que la naturaleza religiosa en sus albores de la humanidad respondiera plenamente al estímulo de las influencias espirituales.

3. LA ADORACIÓN DE LOS ANIMALES
El hombre primitivo nutría un sentimiento peculiar y fraternal hacia los animales más elevados. Sus antepasados habían convivido con ellos y aún se habían apareado con ellos. En el sur de Asia primitivamente se creía que las almas de los hombres volvían a la tierra en forma animal. Esta creencia era un residuo de la práctica aún más primitiva de adorar a los animales.
Los hombres primitivos reverenciaban a los animales por su fuerza y su astucia. Creían que el agudo sentido del olfato y la vista de lince de ciertas criaturas denotaba guía espiritual. Todos los animales han sido adorados por una u otra raza en uno u otro momento. Entre dichos objetos de adoración había criaturas que eran consideradas mitad humanas y mitad animales, tales como los centauros y las sirenas.
Los hebreos adoraron a las serpientes hasta los días del rey Ezequías, y los hindúes aún tienen relaciones amistosas con sus serpientes domésticas. La adoración de los chinos por el dragón es un residuo de los cultos a la serpiente. La sabiduría de la serpiente fue el símbolo de la medicina griega y aún se emplea como emblema de los médicos modernos. El arte del encantamiento de la serpiente ha sido trasmitido desde los días de las shamanes femeninas del culto del amor a la serpiente, quienes, como resultado de las mordeduras diarias de las serpientes, se tornaban inmunes, de hecho, desarrollaban una adición genuina al veneno y no podían vivir sin esta ponzoña.
La adoración de los insectos y de otros animales fue promovida por una interpretación más reciente de la regla de oro —hacer a los demás (toda forma de vida) lo que deseáis que os hagan. Los antiguos cierta vez creían que todos los vientos eran producidos por las alas de los pájaros y por consiguiente temían y adoraban a la vez a todos los seres alados. Los nórdicos primitivos creían que los eclipses eran causados por un lobo, que devoraba una porción del sol o de la luna. Los hindúes frecuentemente muestran a Vishnu con cabeza equina. Muchas veces un símbolo animal simboliza a un dios olvidado o un culto desaparecido. Primitivamente en la religión evolutiva el cordero se volvió el típico animal para sacrificio y la paloma el símbolo de la paz y del amor.
En la religión, el simbolismo puede ser bueno o malo según el símbolo desplace o no la idea original de adoración. El simbolismo no debe ser confundido con la idolatría directa en la cual el objeto material es directa y efectivamente adorado.

4. LA ADORACIÓN DE LOS ELEMENTOS
La humanidad ha adorado la tierra, el aire, el agua y el fuego. Las razas primitivas veneraban los manantiales y adoraban los ríos. Aún ahora en Mongolia florece un influyente culto al río. El bautismo se volvió una ceremonia religiosa en Babilonia, y los griegos practicaban el baño ritual anual. Era fácil para los antiguos imaginar que los espíritus habitaban en las surgentes burbujeantes, en las fuentes profundas, en los ríos fluyentes y en los torrentes impetuosos. Las aguas movedizas impresionaban vívidamente a estas mentes sencillas con creencias en la animación de los espíritus y de las potencias supernaturales. A veces ocurría que le negara socorro a un hombre a punto de ahogarse por temor a ofender al dios del río.
Muchas cosas y numerosos eventos han actuado como estímulos religiosos para diferentes pueblos en diferentes eras. Aún presentemente, el arco iris es adorado por muchas de las tribus montañeras de la India. Tanto en la India como en África el arco iris se considera una gigantesca serpiente celestial; tanto los hebreos como los cristianos lo consideran un «arco de promesa». De la misma manera, las influencias consideradas beneficiosas en cierta parte del mundo pueden ser consideradas malignas en otras regiones. El viento del este es bueno en América del Sur, porque trae lluvias; en la India es un diablo porque trae polvo y produce sequía. Los antiguos beduinos creían que un espíritu de la naturaleza producía los remolinos de arena, y aún en tiempos de Moisés la creencia en los espíritus naturales era lo suficientemente fuerte, como para asegurar su perpetuación en la teología hebrea bajo la forma de ángeles del fuego, el agua y el aire.
Las nubes, la lluvia y el granizo han sido temidos y adorados por numerosas tribus primitivas y por muchos cultos primitivos de la naturaleza. Las tormentas de viento con truenos y relámpagos asustaban al hombre primitivo. Tanto le impresionaban estos disturbios elementales que el trueno era considerado la voz de un dios airado. La adoración del fuego y el temor al relámpago estaban correlacionados y muy difundidos entre muchos grupos primitivos.
El fuego se confundía con la magia en la mente de los mortales primitivos sobrecogidos por el temor. Los aficionados a la magia recordarán vívidamente un resultado azaroso positivo en la práctica de sus fórmulas mágicas, mientras que olvidarán tranquilamente una serie de resultados negativos, fracasos completos. La reverencia al fuego llegó a su máximo en Persia, donde persistió por mucho tiempo. Algunas tribus adoraban el fuego como una deidad en sí, otros lo reverenciaban como símbolo flamante del espíritu purificador y de purga de sus deidades veneradas. Las vírgenes vestales tenían el deber de vigilar los fuegos sagrados, y en el siglo veinte se encienden velas como parte del rito de muchos servicios religiosos.

5. LA ADORACIÓN DE LOS CUERPOS CELESTIALES
La adoración de las rocas, las colinas, los árboles y los animales evolucionó naturalmente a través de la veneración temerosa de los elementos hasta deificar el sol, la luna y las estrellas. En la India y en otros lugares, las estrellas eran consideradas las almas glorificadas de los grandes hombres que habían partido de la vida en la carne. Los cultistas caldeos de las estrellas se consideraban a sí mismos hijos del cielo el padre y de la tierra la madre.
La adoración de la luna precedió a la adoración del sol. La veneración de la luna llegó a su máxima expresión durante la era de caza, mientras que la adoración del sol se volvió la ceremonia religiosa principal en las eras agrícolas subsiguientes. La adoración del sol por primera vez arraigó extensamente en la India, y allí persistió por más tiempo. En Persia la veneración del sol dio origen al culto mitraico posterior. Entre muchos pueblos el sol se consideraba el antepasado de sus reyes. Los caldeos colocaban al sol en el centro de «los siete círculos del universo». Las civilizaciones más recientes honraron al sol dando su nombre al primer día de la semana.
El dios sol se consideraba el padre místico de los hijos del destino nacidos de la virgen que de vez en cuando, según se creía, se otorgaban como liberadores de razas favorecidas. Estos infantes sobrenaturales siempre aparecían a la deriva en algún río sagrado para ser salvadores de una forma extraordinaria, después de lo cual crecían hasta volverse personalidades milagrosas y los liberadores de sus pueblos.

6. LA ADORACIÓN DEL HOMBRE
Habiendo adorado todo lo demás en la faz de la tierra y en los cielos, el hombre no dudó en honrarse a sí mismo con dicha adoración. El salvaje de mente sencilla no hace una distinción clara entre bestias, hombres y dioses.
El hombre primitivo consideraba sobrehumanas todas las personas fuera de lo común, y tanto temía a estos seres que los reverenciaba; hasta cierto punto, literalmente los adoraba. Aún el nacimiento de mellizos se consideraba sumamente
afortunado o sumamente desafortunado. Los lunáticos, los epilépticos y los retardados frecuentemente eran adorados por sus semejantes de mente normal, quienes creían que dichos seres anormales estaban habitados por los dioses. También eran adorados los sacerdotes, los reyes y los profetas; los hombres santos de la antigüedad se consideraban inspirados por las deidades.
Los caciques tribales morían y se los deificaba. Más tarde, las almas distinguidas morían y se las santificaba. La evolución sin ayuda no originó nunca dioses que fueran más elevados que los espíritus de los humanos muertos glorificados, exaltados y evolucionados. En la evolución primitiva la religión crea sus propios dioses. En el curso de la revelación los Dioses formulan la religión. La religión evolutiva crea sus dioses a imagen y semejanza del hombre mortal; la religión reveladora trata de transformar y evolucionar al hombre mortal a imagen y semejanza de Dios.
Los dioses fantasmas, que se supone tienen origen humano, deben ser distinguidos de los dioses de la naturaleza, porque la adoración de la naturaleza desarrolló un panteón —espíritus de la naturaleza elevados a la posición de dioses. Los cultos de la naturaleza continuaron desarrollándose paralelamente con los cultos a los fantasmas que aparecieron más recientemente, y cada uno ejerció una influencia sobre el otro. Muchos sistemas religiosos comprendían un concepto dual de la deidad: dioses de la naturaleza y dioses fantasmas. En algunas teologías estos conceptos están entrelazados en forma muy confusa, tal como se ilustra en Thor, un héroe fantasma que también era el amo del relámpago.
Pero la adoración del hombre por el hombre alcanzó su máximo cuando los gobernantes temporales requerían tal veneración de sus súbditos que, para sustanciar dichas demandas, declaraban haber descendido de la deidad.

7. LOS AYUDANTES DE LA ADORACIÓN Y DE LA SABIDURÍA
La adoración de la naturaleza puede parecer haber surgido natural y espontáneamente en la mente de los hombres y mujeres primitivos, y así ocurrió; pero durante todo este tiempo existía en operación en estas mismas mentes primitivas el espíritu ayudante sexto, que había sido otorgada a estos pueblos como influencia directora para esta fase de la evolución humana. Y este espíritu estaba constantemente estimulando el impulso a la adoración en la especie humana, sin importarle cuán primitivas fueran sus primeras manifestaciones. El espíritu de adoración dio origen definida al impulso humano de adorar, aunque el temor a los animales motivó la expresión de la adoración, y su práctica temprana se centró en objetos de la naturaleza.
Debéis recordar que el sentimiento, y no el pensamiento, fue la influencia guía y controladora en todo desarrollo evolucionario. Para la mente primitiva existe poca diferencia entre temer, evitar, honrar y adorar.
Cuando el impulso de adoración está disciplinado y dirigido por la sabiduría —pensamiento meditativo y experiencial— comienza a evolucionar hacia un fenómeno de verdadera religión. Cuando el séptimo ayudante, el espíritu de la sabiduría, alcanza una ministración eficaz, entonces el hombre a través de la adoración comienza a dar la espalda a la naturaleza y a los objetos naturales en favor del Dios de la naturaleza y del Creador eterno de todas las cosas naturales.

Saludos de un hermano.

La verdad y la Fe...

Mensaje en cuanto a la verdad y la fe

Nabón era un judío griego y el más importante de los líderes del principal culto de misterio en Roma, el mitraísta. Si bien este sumo sacerdote del mitraísmo celebró muchas conferencias con el escriba de Damasco, más permanentemente influyó la conversación que mantuvieron una noche sobre la verdad y la fe. Nabón había pensado convertir a Jesús y hasta le había propuesto que regresase a Palestina como maestro mitraísta. No sabía que Jesús estaba preparándole para que se convirtiera entre los primeros al evangelio del reino. Puesto en lenguaje moderno, he aquí la esencia de lo que Jesús le enseñó:

La verdad no se puede definir en palabras, sino tan sólo viviéndola. La verdad es siempre más que conocimiento. El conocimiento pertenece a las cosas observadas, pero la verdad trasciende esos niveles puramente materiales porque se asocia con la sabiduría y abarca tales imponderables como la experiencia humana, incluso las realidades espirituales y vivientes. El conocimiento se origina en la ciencia; la sabiduría, en la filosofía auténtica; la verdad, en la experiencia religiosa de la vida espiritual. El conocimiento tiene que ver con los hechos; la sabiduría, con las relaciones; la verdad, con los valores de la realidad.

El hombre tiende a cristalizar la ciencia, a formular la filosofía, y a dogmatizar la verdad porque tiene pereza mental para ajustarse a la lucha progresiva del vivir, a la vez que también teme terriblemente lo desconocido. El hombre natural es lento para iniciar cambios en sus hábitos de pensamiento y en su técnica de vivir.

La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es el deleite supremo del alma humana; es la creación conjunta de la mente material y del espíritu residente. La salvación eterna de esta alma que discierne la verdad y que es amante de la belleza está asegurada por el hambre y sed de bondad que conducen a este mortal a desarrollar una singularidad de propósito dedicada a hacer la voluntad del Padre, a encontrar a Dios y a asemejarse a él. Nunca hay conflicto entre el verdadero conocimiento y la verdad. Puede haber conflictos entre el conocimiento y las creencias humanas, creencias coloreadas por el prejuicio, distorsionadas por el temor y dominadas por el miedo de enfrentarse con nuevos hechos, producidos por el descubrimiento material o el progreso espiritual.

Pero la verdad no puede convertirse nunca en una posesión del hombre sin el ejercicio de la fe. Esto es cierto porque los pensamientos, la sabiduría, la ética y los ideales del hombre no se elevarán nunca más allá de su fe, de su esperanza sublime. Y toda esta fe verdadera está predicada en la reflexión profunda, la autocrítica sincera y una conciencia moral intransigente. La fe es la inspiración de la imaginación creadora espiritizada.

La fe actúa para descargar las actividades sobrehumanas de la chispa divina, el germen inmortal, que vive dentro de la mente del hombre, y que es el potencial de la supervivencia eterna. Las plantas y los animales sobreviven en el tiempo mediante la técnica de pasar partículas idénticas de sí mismos de una generación a otra. El alma humana (la personalidad) sobrevive a la muerte por asociación de identidad con esta chispa de divinidad residente, que es inmortal, y que funciona para perpetuar la personalidad humana en un nivel continuo y más elevado de existencia progresiva en el universo. La simiente oculta del alma humana es un espíritu inmortal. La segunda generación del alma es la primera de una sucesión de manifestaciones de la personalidad de existencias espirituales y cada vez más avanzadas que terminan tan sólo cuando esta entidad divina alcanza la fuente de su existencia, el origen personal de toda existencia, Dios, el Padre Universal.

La vida humana continúa —sobrevive— porque tiene una función universal, la tarea de encontrar a Dios. El alma del hombre activada por la fe no puede menos que alcanzar esta meta de su destino; y una vez que ha logrado esa meta divina, no puede tener fin porque ha llegado a ser como Dios —eterna.

La evolución espiritual es una experiencia de la elección creciente y voluntaria de la bondad asistida por una disminución igual y progresiva de la posibilidad del mal. Con el logro de la finalidad de elección de la bondad y de una plena capacidad para la apreciación de la verdad, surge a la existencia una perfección de la belleza y de la santidad cuya rectitud inhibe eternamente la posibilidad de que surja aun el concepto del mal potencial. Un alma conocedora de Dios como ésta, no arroja ninguna sombra de mal dudoso cuando funciona en tan alto nivel espiritual de bondad divina.

La presencia del espíritu del Paraíso en la mente del hombre constituye la promesa de revelación y la garantía de fe de una existencia eterna de progresión divina para todas las almas que tratan de alcanzar identidad con este fragmento espiritual inmortal y residente del Padre Universal.
El progreso en el universo se caracteriza por la creciente libertad de la personalidad porque se relaciona con el logro progresivo de niveles cada vez más altos de autocomprensión y de consecuente moderación voluntaria. El alcanzar la perfección de la moderación espiritual equivale a la consumación de la libertad universal y de la libertad personal. La fe alimenta y mantiene el alma del hombre en medio de la confusión de su orientación primitiva en un universo tan vasto, en tanto que la oración se convierte en el gran unificador de las diversas inspiraciones de la imaginación creativa y los impulsos de la fe de un alma que trata de identificarse con los ideales espirituales de la presencia divina residente y asociada.

Nabón quedó muy impresionado por estas palabras, así como por cada una de sus conversaciones con Jesús. Estas verdades ardieron para siempre dentro de su corazón.

Saludos de un hermano.

El mal y el sufrimiento...

Mensaje dado a conocer en cuanto a el mal el sufrimiento y el espíritu residente.

El mal y el sufrimiento
La confusión y disturbios en este mundo no significan que los Gobernantes Paradisíacos carezcan del interés o de la habilidad para arreglar en forma distinta los asuntos. Los Creadores poseen pleno poder para hacer de este mundo un verdadero paraíso, pero dicho edén no contribuiría al desarrollo de aquellos rasgos fuertes, nobles y experimentados que los Dioses con tanta seguridad forjan en vuestro mundo entre el yunque de la necesidad y el martillo de la angustia. Vuestras ansiedades y penas, vuestras pruebas y desilusiones, son tanto parte del plan divino en vuestra esfera como lo son la perfección exquisita y la adaptación infinita de todas las cosas a su propósito supremo en los mundos del universo central y perfecto.

El espíritu residente
El objetivo de la autorrealización humana debe ser espiritual, no material. Las únicas realidades por las que vale luchar son divinas, espirituales y eternas. El hombre mortal tiene derecho a gozar de los placeres físicos y a satisfacer los afectos humanos; se beneficia por la lealtad a las asociaciones humanas y a las instituciones temporales; pero éstos no constituyen los cimientos eternos sobre los que se construye la personalidad inmortal que debe trascender el espacio, conquistar el tiempo y alcanzar el destino eterno de la perfección divina y el servicio finalista.

Jesús ilustró la profunda seguridad del mortal conocedor de Dios cuando dijo: «Para un creyente del reino quien conoce a Dios, ¿que importa si todas las cosas terrenales se arruinan?» Las seguridades temporales son vulnerables, pero las certezas espirituales son impregnables. Cuando las mareas de la adversidad humana, el egoísmo, la crueldad, el odio, la maldad y los celos golpean el alma mortal, podéis reposar en la seguridad de que existe un bastión interior, la citadela del espíritu, que es absolutamente inatacable; por lo menos es verdad de cada ser humano que ha encomendado el mantenimiento de su alma al espíritu residente del Dios eterno.
Después de tal logro espiritual, se haya éste obtenido mediante crecimiento gradual o a través de una crisis específica, ocurre una nueva orientación de la personalidad, así como también el desarrollo de una nueva norma de valores. Estos individuos nacidos del espíritu reciben tal motivación nueva en la vida, que son capaces de presenciar con calma, la vista del arruinamiento de sus ambiciones más caras, del asolamiento de sus esperanzas más profundas; saben categóricamente que tales catástrofes no son sino cataclismos redirectores que estropean las creaciones temporales de uno, previo al inicio de las realidades más nobles y perdurables de un nivel nuevo y más sublime de logro universal.

Saludos de un hermano.

6.22.2006

La vida despues de la muerte...

He aquí el mensaje dado a conocer en cuanto a la vida después de la muerte.

Vosotros apenas estáis iniciando la carrera de ascensión hacia el centro, hacia adentro, hacia el centro de todas las cosas donde reside la primera fuerza central, donde reside vuestro Padre.

Vosotros los humanos habéis comenzado una progresión sin fin de panorama casi infinito, una expansión sin límites de esferas de oportunidad que nunca acaban, en constante ampliación para el servicio regocijante, la aventura sin par, la incertidumbre sublime y el logro ilimitado. Cuando se acumulan las nubes allá arriba, vuestra fe debe aceptar el hecho de la presencia del Ajustador residente, y así deberíais poder contemplar más allá de las nieblas de la incertidumbre mortal el brillo claro del sol de la rectitud eterna en las alturas acogedoras de los mundos de estancia del sistema en el que vivéis.

No sólo encontrarás cambios inimaginados que te confrontarán según avances en Havona de circuito en circuito, sino que tu asombro será inefable según progreses de planeta en planeta dentro de cada circuito. Cada uno de estos mil millones de mundos de estudio es una verdadera universidad de sorpresas. El asombro continuo, la maravilla interminable, es la experiencia de los que atraviesan estos circuitos y visitan estas gigantescas esferas. La monotonía no es parte de la carrera de Havona.
Durante tu estadía en Havona como peregrino de ascenso, se te permitirá visitar libremente los mundos del circuito de tu asignación. También se te permitirá regresar a los planetas de aquellos circuitos que hayas atravesado previamente. Todo esto es posible para los que moran en los círculos de Havona sin necesidad de ser ensupernafinados. Los peregrinos del tiempo pueden equiparse para atravesar el espacio «alcanzado», pero han de depender de la técnica establecida para franquear el espacio «inalcanzado»; un peregrino no puede salir de Havona ni ir más allá de su circuito asignado sin ayuda de un supernafín de transporte.

En los mundos de estancia los sobrevivientes mortales resurgidos reanudan su vida exactamente desde donde la interrumpieron cuando los sobrecogió la muerte. Cuando vas de la tierra al primer mundo de estancia, observarás un cambio considerable, pero si hubieras provenido de una esfera del tiempo más normal y progresiva, difícilmente notarías la diferencia excepto por el hecho de que poseerías un cuerpo diferente; el tabernáculo de carne y hueso se ha dejado atrás en el mundo de natividad.
El centro mismo de todas las actividades en el primer mundo de estancia es la sala resurreccional, el enorme templo de ensamblaje de la personalidad. Esta estructura gigantesca consiste en el punto central de reunión de los guardianes seráficos del destino, los Ajustadores del Pensamiento, y los arcángeles de la resurrección. Los Portadores de Vida también actúan con estos seres celestiales en la resurrección de los muertos.

Desde las salas de resurrección, procederás al sector Melquisedek, en el cual se te asigna residencia permanente. Luego se da comienzo a un período de diez días de libertad personal. Estás libre para explorar el vecindario inmediato de tu nuevo hogar y familiarizarte con el programa que te enfrenta. También tendrás tiempo de gratificar tu deseo de consultar el registro y de visitar a tus seres queridos y otros amigos terrestres que puedan haberte precedido a estos mundos. Al fin de tu período de diez días de tiempo libre comienzas el segundo paso en el viaje al centro de todas las cosas, porque los mundos de estancia son efectivamente esferas de capacitación, no meramente planetas de detención.

En el mundo de estancia número uno (o en otro en caso de estado avanzado) reanudarás tu capacitación intelectual y desarrollo espiritual en el nivel exacto en el que se te interrumpiera debido a la muerte. Entre el momento de la muerte planetaria, o el traslado, y la resurrección en el mundo de estancia, el hombre mortal no gana absolutamente nada, aparte de experimentar el hecho de la supervivencia. Comienzas allí donde te interrumpes aquí.

Casi la entera experiencia del mundo de estancia número uno pertenece al ministerio de la deficiencia. Los sobrevivientes que llegan a esta primera esfera de estadía tienen tantos y tan variados defectos de carácter de la criatura y deficiencias de experiencia mortal que las actividades principales del reino consisten en la corrección y cura de estas múltiples herencias de la vida en la carne en los mundos evolucionarios materiales del tiempo y del espacio.
Si no se te exige detenerte en el mundo de estancia número uno, al fin de diez días ingresarás en el sueño de traslado y procederás al mundo número dos, y cada diez días de allí en adelante avanzarás de este modo hasta llegar al mundo de tu asignación.
El centro de los siete círculos principales de la administración del primer mundo de estancia está ocupado por el templo de los Compañeros Morontiales,(estado físico material y espiritual) los guías personales asignados a los mortales ascendentes. Estos compañeros son la progenie del Espíritu Materno del universo local, y existen varios millones de ellos en los mundos morontiales del sistema en el que habitáis. Aparte de los asignados como acompañantes de grupo, mucho tendrás que ver con los intérpretes y traductores, los custodios de edificios, y los supervisores de excursiones. Todos estos compañeros cooperan activamente con los que tienen que ver con el desarrollo de tus factores mentales y espirituales de la personalidad que abarca el cuerpo morontial.

Cuando comienzas tu carrera en el primer mundo de estancia, se asigna un compañero morontial a cada compañía de mil mortales ascendentes, pero encontrarás números mayores a medida que progreses a través de las siete esferas de estancia. Estos seres hermosos y versátiles son asociados sociables y guías encantadores. Tienen libertad para acompañar a individuos o a grupos seleccionados a cualquiera de las esferas de la cultura de transición, incluyendo sus mundos satélites. Son los guías de excursión y compañeros de recreación de todos los mortales ascendentes. Frecuentemente acompañan a los grupos sobrevivientes en visitas periódicas a Jerusem, y en cualquier momento en que estés allí, podrás dirigirte al sector de registro de la capital del sistema y encontrarte con los mortales ascendentes de los siete mundos de estancia, puesto que viajan libremente de aquí para allá entre sus moradas residenciales y la sede central del sistema.

Saludos de un hermano.

En cuanto al amor...

He aquí el séptimo mensaje, y va dirigido al amor, en cuanto a lo que vosotros ya habéis experimentado como criatura volitiva que sois vosotros.

Demasiado frecuentemente los hombres olvidan que Dios es la experiencia más grande en la existencia humana. Otras experiencias están limitadas en su naturaleza y contenido, pero la experiencia de Dios no tiene límites excepto los de la capacidad de comprensión de la criatura, y esta misma experiencia es en sí misma ampliadora de la capacidad. Cuando los hombres buscan a Dios, lo buscan todo. Cuando encuentran a Dios han encontrado todo. La búsqueda de Dios es el don ilimitado de amor acompañado por descubrimientos sorprendentes de amor nuevo y aun más grande capaz de ser donado.

Todo amor verdadero viene de Dios, y el hombre recibe el afecto divino así como él mismo dona su amor a sus semejantes. El amor es dinámico. No puede ser apresado jamás; está vivo, libre, conmovedor y siempre en movimiento. El hombre no puede tomar jamás el amor del Padre y aprisionarlo en su corazón. El amor del Padre puede llegar a ser real para el hombre mortal sólo al pasar a través de la personalidad del hombre cuando a su vez dona ese amor a sus semejantes. El gran circuito del amor viene del Padre, a través de los hijos a los hermanos y de ahí al Supremo. El amor del Padre aparece en la personalidad mortal por ministerio del Ajustador residente. Este hijo que conoce a Dios revela este amor a sus hermanos universales, y este afecto fraternal es la esencia del amor del Supremo.

Para todos y cada uno de vosotros que en vuestro interno bien sabéis lo que lleváis; que dentro de vosotros brilla y palpita el escenario en que estuvisteis há dos mil años, siguiendo mis pasos; escuchando tambien de mi palabra, que antes como hoy, resonaba a los vientos para decir: “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS ESTOY AMANDO”!, “AMA A TU PROJIMO COMO A TI MISMO” y encuentra que tu prójimo, no es solo aquel que te pide de sus labios la ayuda que necesita!

Te he dicho que encuentres a tu prójimo, en la parte que lleva la esencia que vibra en tu propio ser: La esencia divina…. Esa esencia maravillosa que es LA DIVINIDAD, es la que debes identificar en toda la creación!....

Amar a vuestro prójimo, hacer a vuestros hermanos lo que quisieseis que hicieran con cada uno de vosotros; dar a vuestros hermanos lo que gustosamente ansias recibir; pensar de vuestros hermanos, como quisieseis que ellos pensaran de vosotros!
En tanto, Os seguiré repitiendo; “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE ENSEÑADO”, pues el conocimiento aun esta reservado para las almas que ya aprendieron a amar a su prójimo como así mismo. Y vosotros, por no amar a vuestro prójimo, llenos vais de dolores, llenos vais de aturdimiento, sufriendo no solamente en el cuerpo sino también en el alma; en el alma donde el dolor es mas intenso; donde el fuego que no tiene hoguera, donde el fuego que no tiene visibilidad, es mas candente que las arenas del desierto y quema mas que el fuego directo que quema vuestro cuerpo!...
Es muy importante que comprendáis esta enseñanza también; porque El Templo, “ES EL TEMPLO QUE TENEIS EN VUESTRO INTERNO”, y así lograreis que mi enseñanza se derrame a través de vuestro templo; así lograreis que la Enseñanza vaya adonde vaya El Templo, y no tengáis que recurrir al templo para recibir la enseñanza; sino doquiera que vayáis, podáis recibir de Mi Enseñanza, pues doquiera que estéis, AHÍ ESTARA MI TEMPLO!...

Esto es muy importante: “QUE ENTENDAIS QUE SOIS TEMPLO DEL ESPIRITU”! Porque viviendo en santidad, os convertís en verdadero Templo; y en el Templo, oficiara el sacerdote que vosotros mismos sois!... Y en sacerdocio estaréis convirtiendo vuestra vida; y vuestra Verdad será el magisterio; la realización de las Grandes Enseñanzas!... Y los grandes profetas se manifestaran a través de vosotros; como YO estaré inspirando vuestro Verbo!...

Hace muchos años, el templo fue derrumbado y muerto, pero en tres días volvió a restaurarse, volvió a la vida, volvió de la muerte y vive por los siglos del espacio donde existe el tiempo.

Saludos de un hermano.

La oracion, y la adoracion..

Mensaje dado a conocer en cuanto al significado y verdadero sentido de la oración y la adoración, así como la evolución de la oración para la raza humana, el mensaje es largo y con resistencia para las mente humana debido a la ausencia por el hábito de lectura, gracias a la manipulación de los medios, sin embargo no dejéis pasar la oportunidad de conocer este significado excelso.

En este mensaje visualizareis el siguiente ejemplo en cuanto a la oración.
Las mentes de los apóstoles estaban perturbadas y pasaron mucho tiempo discutiendo sus experiencias recientes en relación con la oración y la respuesta a la oración. Todos recordaban la declaración de Jesús al mensajero de Betania en Filadelfia, cuando dijo claramente: «Esta enfermedad no es en realidad para muerte». Sin embargo, a pesar de esta promesa, Lázaro realmente murió. Todo ese día, una y otra vez, volvieron a hablar de esta cuestión de la respuesta a la oración.

La respuesta de Jesús a sus muchas preguntas puede ser resumida como sigue:

1. La oración es la expresión de la mente finita en su esfuerzo por acercarse al Infinito. Por lo tanto el acto de orar debe estar limitado por el conocimiento, la sabiduría y los atributos de lo finito; del mismo modo, la respuesta debe condicionarse por la visión, los fines, los ideales y las prerrogativas del Infinito. No puede nunca observarse una continuidad ininterrumpida de fenómenos materiales entre el acto de orar y la recepción de la plena respuesta espiritual.

2. Cuando una oración aparentemente no recibe respuesta, esta demora frecuentemente representa una respuesta mejor, aunque, por alguna razón valedera, es largamente demorada. Cuando Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no era realmente para la muerte, éste ya había muerto hacía once horas. No se niega la respuesta a ninguna oración sincera, excepto cuando el punto de vista superior del mundo espiritual ha encontrado una respuesta mejor, una respuesta que satisface la solicitud del espíritu del hombre en contraste con la oración de la mera mente humana.

3. Las oraciones temporales, cuando son iniciadas por el espíritu y expresadas en la fe, son a menudo tan vastas y tanto abarcan que tan sólo pueden ser contestadas en la eternidad; la solicitud finita está a veces tan llena del alcance de lo Infinito, que la respuesta ha de aguardar largamente, hasta tanto se haya creado una capacidad adecuada de receptividad; la oración de fe puede llegar a ser tan completa que tan sólo se podrá recibir su respuesta en el Paraíso.

4. Las respuestas a la oración de la mente mortal son frecuentemente de naturaleza tal que pueden ser recibidas y reconocidas sólo después de que esa misma mente oradora haya alcanzado el estado inmortal. Muchas veces la oración de un ser material puede ser respondida tan sólo cuando ese ser haya progresado al nivel del espíritu.

5. La ignorancia puede distorsionar y la superstición deformar tanto la oración de una persona que conoce a Dios que la respuesta a ésa sea altamente indeseable. En estos casos los seres espirituales que intervienen tienen que traducir de tal manera esa oración que la respuesta, cuando llega, no puede ser reconocida por el suplicante como respuesta a su oración.

6. Todas las oraciones verdaderas son dirigidas a los seres espirituales, y todas estas solicitudes deben ser respondidas en términos espirituales, y todas estas respuestas deben consistir en realidades espirituales. Los seres espirituales no pueden otorgar respuestas materiales a las solicitudes espirituales, ni siquiera a las de los seres materiales. Los seres materiales pueden orar eficazmente sólo cuando «oran en el espíritu».

7. Ninguna oración puede esperar una respuesta a menos que haya nacido del espíritu y haya sido alimentada por la fe. Vuestra fe sincera implica que habéis otorgado virtualmente por adelantado a los que oigan vuestra oración el pleno derecho de responder a vuestras solicitudes de acuerdo con esa sabiduría suprema y ese amor divino que vuestra fe ilustra como el motor constante de esos seres a quienes oráis.

8. El niño está siempre en su derecho cuando se atreve a solicitarle al padre; y el padre está siempre dentro de sus obligaciones paternas hacia el niño inmaduro, cuando su sabiduría superior dicta que la respuesta a la oración del niño se postergue, modifique, segregue, transcienda o posponga hasta otra etapa de la ascensión espiritual.

9. No titubeéis en orar las oraciones de los anhelos del espíritu; no dudéis de que recibiréis respuesta a vuestra solicitud. Estas respuestas podrán estar en depósito, aguardando el momento en que vosotros alcancéis aquellos niveles espirituales futuros del auténtico logro cósmico, en este mundo o en los otros, en los que os resultará posible reconocer las respuestas tan largamente esperadas y apropiaros de ellas finalmente, pues corresponden a vuestras solicitudes previas pero hechas prematuramente.

10. Todas las solicitudes nacidas genuinamente del espíritu tendrán, con certeza, respuesta. Pedid y recibiréis. Pero debéis recordar que sois criaturas progresivas del tiempo y del espacio; por lo tanto, debéis considerar siempre el factor espacio-temporal en la experiencia de vuestra recepción personal de las respuestas plenas a vuestras muchas oraciones y solicitudes.

LAS ENSEÑANZAS SOBRE LA ORACIÓN Y LA ADORACIÓN

Y aun el maestro dijo más: La verdadera religión es el acto de un alma en sus relaciones autoconscientes con el Creador; la religión organizada es el intento del hombre de socializar la adoración de los religionistas individuales.
La adoración —la contemplación de lo espiritual— debe alternar con el servicio, el contacto con la realidad material. El trabajo debe alternar con el esparcimiento; la religión debe ser equilibrada por el buen humor. La filosofía profunda debe ser aliviada por el ritmo de la poesía. El esfuerzo del vivir —la tensión temporal de la personalidad— debe ser aliviada por el reposo de la adoración. Las sensaciones de inseguridad que surgen del temor al aislamiento de la personalidad en el universo, deben ser contrarrestradas por la contemplación, en fe, del Padre y por el intento de comprender al Supremo.

La oración tiene el objeto de hacer que el hombre piense menos pero que comprenda más; no está hecha para aumentar el conocimiento, sino más bien para ampliar el discernimiento.

La adoración tiene el objeto de anticipar una vida mejor en el futuro y después reflejar estas nuevas significaciones espirituales sobre la vida en el presente. La oración sostiene a uno espiritualmente, pero la adoración es divinamente creadora.

La adoración es la técnica de buscar en el Único la inspiración para servir a muchos. La adoración es la vara que mide el grado de desprendimiento del alma del universo material y su vinculación simultánea y segura a las realidades espirituales de toda la creación.

El orar es recordar a sí mismo —pensamiento sublime; el adorar es olvidar a sí mismo —superpensamiento. La adoración es atención sin esfuerzo, descanso real e ideal del alma, ejercicio espiritual que lleva al sosiego.

La adoración es el acto de una parte que se identifica con el Todo; lo finito con lo Infinito; el hijo con el Padre; el tiempo en el acto de marcar el paso con la eternidad. La adoración es el acto de comunión personal del hijo con el Padre divino, la asunción de actitudes refrescantes, creadoras, fraternales y románticas por parte del alma-espíritu humano.
Muchas personas que escucharon lo anterior comprendieron solo algunas enseñanzas, otros mundos las comprendieron, y otras generaciones en la tierra las comprenderán.

LA EVOLUCIÓN DE LA ORACIÓN
LA ORACIÓN, como agencia de la religión, evolucionó de las expresiones previas no religiosas en forma de monólogos y diálogos. Con el logro de la autoconciencia, ocurrió inevitablemente en el hombre primitivo el corolario de que existen otras consciencias, el potencial dual de la respuesta social y del reconocimiento de Dios.
Las formas más primitivas de oración no estaban dirigidas a la Deidad. Estas expresiones eran muy semejantes a lo que puedes decir a un amigo al embarcarte en alguna empresa importante: «Deséame suerte». El hombre primitivo estaba encadenado por la magia; la suerte, tanto buena como mala, participaba en todos los asuntos de la vida. Al principio, estas solicitudes de suerte eran monólogos —una vocalización de los pensamientos del asistente de la magia. Luego, estos creyentes en la suerte buscaron el apoyo de sus amigos y familias, y finalmente se realizó cierta forma de ceremonia que incluía al entero clan o tribu.
Cuando los conceptos de fantasmas y espíritus evolucionaron, estas solicitudes se dirigieron a las fuerzas sobrehumanas, y con la conciencia de los dioses, dichas expresiones llegaron a los niveles de la verdadera oración. Como ilustración de esto, entre algunas tribus australianas las oraciones religiosas primitivas antedataron su creencia en los espíritus y en las personalidades sobrehumanas.
La tribu que se llama los todas, en la India, observa ahora esta práctica de orar sin dirigir la oración a nadie en particular, así como lo hacían los pueblos primitivos antes de los tiempos de la conciencia religiosa. Pero, entre los todas, esto representa una regresión de su religión, degenerada a este nivel primitivo. Los ritos actuales de los sacerdotes lecheros de los todas no representan una ceremonia religiosa puesto que estas oraciones impersonales no contribuyen nada a la conservación ni al enaltecimiento de los valores sociales, morales o espirituales.
La oración prerreligiosa fue parte de las prácticas mana de los melanesios, las creencias oudah de los pigmeos africanos y las supersticiones manitou de los indios norteamericanos. Las tribus baganda de África tan sólo recientemente emergieron del nivel mana de oración. En esta confusión evolucionaria primitiva los hombres oran a los dioses —locales y nacionales— a los fetiches, los amuletos, los fantasmas, los gobernantes y la gente corriente.

1. LA ORACIÓN PRIMITIVA
La función de la religión evolucionaria primitiva consiste en conservar y aumentar los valores esenciales sociales, morales y espirituales que están tomando forma lentamente. Esta misión de la religión no es observada conscientemente por la humanidad, sino que se efectúa fundamentalmente mediante la oración. La práctica de orar representa el esfuerzo no intencional, pero sin embargo personal y colectivo, de todo grupo por asegurarse (por realizar) esta conservación de los valores más elevados. Si no fuese por la salvaguardia de la oración, todos los días sagrados retrogradarían rápidamente a la condición de simples feriados.
La religión y sus agencias, la principal de las cuales es la oración, se alían solo con aquellos valores que tienen reconocimiento social general, aprobación del grupo. Por lo tanto, cuando el hombre primitivo intentaba gratificar sus emociones más bajas o satisfacer ambiciones egoístas inmitigadas, perdía el consuelo de la religión y la ayuda de la oración. Si el individuo intentaba realizar algo antisocial, estaba obligado a buscar ayuda en la magia no religiosa, recurrir a los hechiceros y perder de este modo la ayuda de la oración. La oración, por consiguiente, muy pronto se tornó un elemento poderoso en promover la evolución social, el progreso moral y el logro espiritual.
Pero la mente primitiva no era ni lógica ni coherente. Los hombres primitivos no percibían que las cosas materiales no pertenecían a la provincia de la oración. Estas almas de mente sencilla razonaban que el alimento, el techo, la lluvia, la caza y otros bienes materiales enaltecían el bienestar social, y por lo tanto, comenzaron a orar para obtener estas bendiciones físicas. Aunque esto constituía una perversión de la oración, alentaba el esfuerzo a obtener objetivos materiales mediante acciones sociales y éticas. Tal prostitución de la oración, aunque degradaba los valores espirituales de un pueblo, elevaba, sin embargo, en forma directa sus costumbres económicas, sociales y éticas.
La oración es monólogo tan sólo en el tipo más primitivo de mente. Muy pronto se torna diálogo y rápidamente se amplía al nivel de adoración de grupo. La oración significa que las encantaciones premágicas de la religión primitiva han evolucionado a ese nivel en el que la mente humana reconoce la realidad de los poderes o beneficios de los seres que pueden enaltecer los valores sociales y aumentar los ideales morales, y además, que esas influencias son sobrehumanas y distintas del ego humano autoconsciente y de sus semejantes mortales. La verdadera oración no aparece, por consiguiente, hasta que la agencia del ministerio religioso se visualice como personal.
La oración poco se relaciona con el animismo, pero estas creencias pueden existir paralelamente a los sentimientos religiosos surgentes. Muchas veces, la religión y el animismo han tenido orígenes enteramente separados.
Para aquellos mortales que no han sido redimidos de la esclavitud primitiva del temor, hay verdadero peligro de que la oración pueda conducir a un sentido morboso del pecado, convicciones no justificadas de culpa, reales o imaginarias. Pero en los tiempos modernos no es probable que muchos pasen tanto tiempo orando como para llegar a preocuparse peligrosamente por su falta de valor o sus tendencias pecaminosas. Los peligros que se relacionan a la distorsión y a la perversión de la oración estriban en la ignorancia, la superstición, la cristalización, la desvitalización, el materialismo y el fanatismo.

2. LA EVOLUCIÓN DE LA ORACIÓN
Las primeras oraciones fueron simplemente deseos verbalizados, la expresión de deseos sinceros. Luego la oración se volvió una técnica para obtener la cooperación de los espíritus. Finalmente llegó a la función más elevada de asistir a la religión en la conservación de todos los valores nobles.
Tanto la oración como la magia surgieron como resultado de las reacciones de adaptación del hombre al medio ambiente urantiano. Sin embargo aparte de esta relación generalizada, tienen poco en común. La oración siempre ha indicado una acción positiva del ego que está orando. Siempre ha sido psíquica y a veces espiritual.
La magia ha usualmente significado un intento de manipular la realidad sin afectar al ego del manipulador, el practicante de la magia. A pesar de sus orígenes independientes, la magia y la oración se han interrelacionado frecuentemente en sus etapas más recientes de desarrollo. La magia ha ascendido a veces mediante la elevación de sus objetivos desde las fórmulas, a través de los ritos y encantamientos, hasta el umbral de la verdadera oración. La oración en ocasiones se ha vuelto tan materialista que ha degenerado en una técnica seudomágica de evitar el gasto de ese esfuerzo que se requiere para la solución de los problemas urantianos.
Cuando el hombre aprendió que la oración no fuerza a los dioses, ésta se volvió más una solicitud, una búsqueda de favor. Pero la oración más verdadera es en realidad una comunión entre el hombre y su Hacedor.
La aparición de la idea del sacrificio en cualquier religión disminuye infaliblemente la mayor eficacia de la verdadera oración en cuanto los hombres buscan sustituir las ofrendas de posesiones materiales por la ofrenda de sus propias voluntades consagradas a hacer la voluntad de Dios.
Cuando la religión se despoja de un Dios personal, sus oraciones se traducen en niveles de teología y filosofía. Cuando el concepto más elevado de Dios de una religión es el de una deidad impersonal, tal como ocurre en el idealismo panteístico, aunque éste permita cierta base para ciertas formas de comunión mística, destruye el poder de la verdadera oración, que siempre simboliza la comunión del hombre con un ser personal y superior.
Durante los tiempos más primitivos de la evolución racial y aun en el tiempo presente, en la experiencia diaria del mortal común, la oración es en gran medida un fenómeno de la conversación del hombre con su propio subconsciente. Pero también existe un dominio de la oración en el que el individuo intelectualmente alerta y espiritualmente progresista logra un mayor o menor contacto con los niveles superconscientes de la mente humana, el dominio del Ajustador del Pensamiento residente. Además hay una fase espiritual definida de la verdadera oración que se refiere a su recepción y reconocimiento por parte de las fuerzas espirituales del universo, y que es enteramente distinta de toda asociación humana e intelectual.
La oración contribuye en gran medida al desarrollo del sentimiento religioso de una mente humana en evolución. Es una influencia poderosa que actúa para prevenir el aislamiento de la personalidad.
La oración representa una técnica asociada con las religiones naturales de la evolución racial que también forma parte de los valores experienciales de las religiones más elevadas de excelencia ética, las religiones de revelación.

3. LA ORACIÓN Y EL OTRO YO
Los niños cuando comienzan a aprender a usar el idioma, tienen tendencia a pensar en voz alta, expresar sus pensamientos en palabras, aunque no haya nadie presente para oírles. En los albores de la imaginación creadora manifiestan una tendencia a conversar con compañeros imaginarios. De esta manera, un yo en formación busca comunicarse con un otro yo ficticio. Mediante esta técnica el niño aprende muy pronto a convertir sus conversaciones de monólogo en seudodiálogo, en los que este otro yo responde a su pensamiento oral y expresión de deseo. Mucho del pensamiento del adulto se lleva a cabo mentalmente en forma de conversación.
La forma temprana y primitiva de oración se parecía mucho a las recitaciones semimágicas de la tribu de los todas de hoy en día, oraciones que no se dirigían a nadie en particular. Pero dichas técnicas de oración tienden a evolucionar en un tipo de diálogo de comunicación mediante la aparición de la idea del otro yo. Con el tiempo, el concepto del otro yo se enaltece a una posición superior de dignidad divina y la oración como agencia de la religión hace su aparición. A través de muchas fases y durante largas edades este tipo primitivo de oración está destinado a evolucionar antes de lograr el nivel de oración inteligente y verdaderamente ética.
Como es concebido por sucesivas generaciones de mortales que oran, el otro yo evoluciona desde los fantasmas, fetiches y espíritus a los dioses politeísticos, y finalmente al Dios Único, un ser divino que comprende los más altos ideales y las más elevadas aspiraciones del yo en oración. De este modo, la oración funciona como la agencia más poderosa de la religión en la conservación de los valores e ideales más altos de aquellos que oran. Desde el momento de la concepción del otro yo hasta la aparición del concepto de un Padre divino y celestial, la oración es siempre una práctica socializadora, moralizadora y espiritualizadora.
La simple oración de fe evidencia una evolución poderosa en la experiencia humana por la cual las conversaciones antiguas con el símbolo ficticio del otro yo de la religión primitiva se han enaltecido al nivel de la comunión con el espíritu del Infinito y al de la auténtica conciencia de la realidad del Dios eterno y Padre Paradisiaco de toda la creación inteligente.
Aparte de todo lo que es superyo en la experiencia de orar, debe recordarse que la oración ética es una forma espléndida de elevar al propio yo y reforzar al ego para una mejor vida y un logro más elevado. La oración induce al ego humano a mirar a los dos lados para conseguir ayuda: ayuda material de la reserva subconsciente de experiencia mortal, inspiración y guía a los límites superconscientes de contacto de lo material con lo espiritual, con el Monitor Misterioso.
La oración siempre ha sido y siempre será una experiencia humana doble: un procedimiento psicológico interasociado con una técnica espiritual. Estas dos funciones de la oración no pueden ser nunca completamente separadas.
La oración esclarecida debe reconocer no sólo a un Dios externo y personal sino también a una Divinidad interna e impersonal, el Ajustador residente. Corresponde al hombre, cuando ora, intentar captar el concepto del Padre Universal en el Paraíso, pero la técnica más eficaz para la mayor parte de los fines prácticos será volver al concepto del otro yo cercano, tal como solía hacerlo la mente primitiva, y luego reconocer que la idea de este otro yo ha evolucionado de una mera ficción a la verdad de que Dios reside en el hombre mortal en la presencia factual del Ajustador para que el hombre pueda hablar cara a cara, por así decirlo, con un otro yo real y genuino y divino que reside en él y que es la presencia y esencia misma del Dios vivo, el Padre Universal.

4. LA ORACIÓN ÉTICA
Ninguna oración puede ser ética cuando el que solicita busca la ventaja egoísta por sobre los intereses de sus semejantes. La oración egoísta y materialista es incompatible con las religiones éticas que se predican sobre la base del amor altruista y divino. Toda oración no ética revierte a los niveles primitivos de la seudomagia y es inmerecedora de las civilizaciones en avance y de las religiones esclarecidas. La oración egoísta transgrede el espíritu de toda ética fundada en una justicia amante.
La oración no debe prostituirse nunca tanto hasta el punto de volverse un sustituto de la acción. Toda oración ética es un estímulo a la acción y la guía a la lucha progresiva por obtener los fines idealistas del logro del superyo.
En todas tus oraciones, sé justo; no esperes que Dios muestre parcialidad, que te ame más que a sus otros hijos, tus amigos, vecinos, aun tus enemigos. Pero la oración de las religiones naturales o evolucionadas no es al principio ética, como lo es en las religiones reveladas más recientes. Toda oración, sea ésta individual o comunal, puede ser o egoísta o altruista. Es decir que la oración puede centrarse en el yo o en los demás. Cuando la oración no busca nada para el que ora ni para sus semejantes, esta actitud del alma tiende hacia los niveles de la verdadera adoración. Las oraciones egoístas comprenden confesiones y solicitudes y frecuentemente consisten en demandas de favores materiales. La oración es un poco más ética cuando comprende el perdón y busca la sabiduría para llegar a un mayor autocontrol.
La oración de tipo altruista fortalece y consuela, la oración materialista está destinada a atraer desilusión y desencanto a medida que los descubrimientos de la ciencia en avance demuestran que el hombre vive en un universo físico de ley y orden. La infancia de un individuo o de una raza se caracteriza por la oración primitiva, egoísta y materialista. Y, hasta cierto punto, todas estas solicitudes son eficaces en cuanto conducen invariablemente a aquellos esfuerzos y ejercicios que contribuyen a la obtención de respuestas con estas oraciones. La verdadera oración de fe siempre contribuye al mejoramiento de la técnica del vivir, aun cuando las solicitudes no sean merecedoras del reconocimiento espiritual. Pero la persona espiritualmente adelantada debe ejercer gran cuidado al intentar desalentar a la mente primitiva o inmadura respecto de tales oraciones.
Recordad, aunque la oración no cambia a Dios, muy frecuentemente efectúa cambios grandes y duraderos en el que ora con fe y confianza. La oración ha sido el antepasado de mucha paz mental, alegría, calma, valor, autodominio y justicia entre los hombres y las mujeres de las razas en evolución.

5. LAS REPERCUSIONES SOCIALES DE LA ORACIÓN
En la adoración a los antepasados, la oración lleva al cultivo de los ideales ancestrales. Pero la oración, como rasgo de la adoración a la Deidad, trasciende todas estas prácticas puesto que conduce al cultivo de los ideales divinos. A medida que el concepto del otro yo de la oración se torna supremo y divino, del mismo modo los ideales del hombre son elevados desde lo meramente humano hacia niveles excelsos y divinos, y el resultado de toda oración de este tipo es el enaltecimiento del carácter humano y la profunda unificación de la personalidad humana.
Pero no es necesario que la oración sea siempre individual. El orar en grupo o en congregación es muy eficaz en cuanto tiene repercusiones altamente socializadoras. Cuando un grupo se dedica a la oración comunitaria para el enaltecimiento moral y la elevación espiritual, estas devociones son reactivas sobre los individuos que componen al grupo; todos ellos se vuelven mejores gracias a esta participación. Aun una ciudad entera o una entera nación puede ser ayudada por tales devociones de oración. La confesión, el arrepentimiento y la oración han conducido a individuos, ciudades y naciones y razas enteras a enormes esfuerzos de reforma y valerosos actos de logro valiente.
Si deseas verdaderamente sobreponerte a la costumbre de criticar a un amigo, la forma más rápida y segura de alcanzar este cambio de actitud consiste en establecer el hábito de orar por esa persona cada día de tu vida. Pero las repercusiones sociales de dichas oraciones dependen en su mayor parte de dos condiciones:
1. La persona por la cual se ora debe saber que se está orando por ella.
2. La persona que ora debe tener una relación social íntima con la persona por quien está orando.
La oración es la técnica por la cual, más pronto o más tarde, toda religión se torna institucionalizada. Y con el tiempo, la oración se asocia con numerosas agencias secundarias, algunas útiles, otras decididamente deletéreas, tales como los sacerdotes, los libros sagrados, los ritos de adoración y las ceremonias.
Pero la mente de mayor esclarecimiento espiritual debe ser paciente y tolerante de los intelectos menos dotados que desean el simbolismo para movilizar su débil visión espiritual. Los fuertes no deben mirar con desprecio a los débiles. Aquellos que tienen conciencia de Dios sin simbolismo no deben negar el ministerio gracioso del símbolo a aquellos que encuentran difícil adorar a la Deidad y reverenciar la verdad, la belleza y la bondad sin forma ni rito. En la adoración orante, la mayor parte de los mortales visualizan un símbolo del objeto-meta de sus devociones.

6. LA ESFERA DE ACCION DE LA ORACION
La oración, a menos que esté vinculada con la voluntad y las acciones de las fuerzas personales espirituales y de los supervisores materiales del reino, no puede tener efecto directo sobre el medio ambiente físico. Aunque existe un límite muy definido de la jurisdicción de las solicitudes de la oración, este límite no se aplica en forma equivalente a la fe de aquellos que oran.
La oración no es una técnica para curar males reales y orgánicos, pero ha contribuido enormemente al disfrute de abundante salud y a la cura de numerosos sufrimientos mentales, emocionales y nerviosos. Aun en el caso de verdaderas enfermedades bacterianas, la oración muchas veces ha contribuido a la eficacia de otros procedimientos de curación. La oración ha transformado a muchos inválidos irritables y quejumbrosos en un ejemplo de paciencia, una inspiración para todos los demás humanos sufrientes.
Aunque resulte muy difícil reconciliar las dudas científicas sobre la eficacia de la oración con el impulso siempre presente de buscar ayuda y guía de las fuentes divinas, no olvidéis jamás que la oración de fe sincera es una fuerza poderosa para la promoción de la felicidad personal, del autocontrol individual, de la armonía social, del progreso moral y del logro espiritual.
La oración, aun como práctica puramente humana, un diálogo con el propio otro yo, constituye una técnica del acercamiento más eficiente a la realización de aquellos poderes de reserva de la naturaleza humana que están almacenados y conservados en los dominios inconscientes de la mente humana. La oración es una práctica psicológica sana, aparte de sus implicaciones religiosas y de su significación espiritual. Es un hecho de la existencia humana que la mayoría de las personas, si las circunstancias los apremian bastante, oran de alguna manera ante alguna fuente de ayuda.
No seas tan perezoso como para pedir a Dios que solucione tus dificultades, pero no vaciles jamás en pedirle sabiduría y fuerza espiritual para guiarte y sostenerte mientras atacas con resolución y valor los problemas que te enfrentan.
La oración ha sido un factor indispensable en el progreso y la preservación de la civilización religiosa, y aún contribuye poderosamente al enaltecimiento ulterior y la espiritualización de la sociedad si los que oran lo hacen a la luz de los hechos científicos, la sabiduría filosófica, la sinceridad intelectual y la fe espiritual. Orad tal como Jesús enseñó a sus discípulos: honesta y altruísticamente, con justicia y sin dudar.
Pero la eficacia de la oración en la experiencia espiritual personal del que ora no depende de ninguna manera de la comprensión intelectual del adorador, de su agudeza filosófica, de su nivel social, de su posición cultural, ni de otros atributos mortales. Los concomitantes psicológicos y espirituales de la oración de fe son inmediatos, personales y experienciales. No existe ninguna otra técnica por la cual todo hombre, sean cuales fueran sus otros logros mortales, pueda tan eficaz e inmediatamente acercarse al umbral de ese reino en el que puede comunicarse con su Hacedor, en el que la criatura se pone en contacto con la realidad del Creador, con el Ajustador del Pensamiento residente.

7. EL MISTICISMO, EL ÉXTASIS Y LA INSPIRACIÓN
El misticismo, como técnica para cultivar la conciencia de la presencia de Dios, es en general merecedor de alabanzas, pero cuando dichas prácticas conducen al aislamiento social y culminan en el fanatismo religioso, son censurables. Demasiado frecuentemente lo que el místico sobreexcitado evalúa como inspiración divina es la sublevación de su propia mente profunda. El contacto de la mente mortal con su Ajustador residente, aunque frecuentemente favorecido por la meditación devota, es más frecuentemente facilitado por el servicio amante de todo corazón en el ministerio altruista de los semejantes.
Los grandes maestros religiosos y los profetas de edades pasadas no eran místicos extremistas. Eran hombres y mujeres que conocían a Dios y que mejor servían a su Dios por el servicio altruista a sus semejantes. Jesús frecuentemente se llevaba a los apóstoles consigo por cortos períodos para dedicarse a la meditación y a la oración, pero en general los mantenía en contacto y servicio de las multitudes. El alma del hombre requiere el ejercicio espiritual así como también el alimento espiritual.
El éxtasis religioso es permisible cuando resulta de antecedentes sanos, pero estas experiencias son más frecuentemente consecuencia de influencias puramente emocionales más bien que manifestaciones de un carácter espiritual profundo. Las personas religiosas no deben considerar todo presentimiento psicológico vívido y toda experiencia emocional intensa como una revelación divina ni como una comunicación espiritual. El éxtasis espiritual genuino generalmente se asocia con una gran calma exterior y con un control emocional casi perfecto. Pero la verdadera visión profética es un presentimiento super-psicológico. Estas visitaciones no son seudoalucinaciones, ni tampoco éxtasis del tipo del trance.
La mente humana puede funcionar en respuesta a la así llamada inspiración cuando es sensible a las sublevaciones del subconsciente o al estímulo del superconsciente. En cualquiera de estos dos casos el individuo tiene la impresión de que estos aumentos del contenido de la conciencia son más o menos ajenos. El entusiasmo místico sin frenos y el éxtasis religioso desencadenado no son credenciales de la inspiración, supuestamente credenciales divinas.

La prueba práctica de todas las experiencias religiosas extrañas del misticismo, el éxtasis y la inspiración consiste en observar si estos fenómenos hacen que un individuo:
1. Disfrute de una salud física mejor y más completa.
2. Funcione más eficaz y prácticamente en su vida mental.
3. Socialice más plena y alegremente en su experiencia religiosa.
4. Espiritualice más completamente su vida diaria descargando al mismo tiempo fielmente los deberes comunes de la existencia mortal rutinaria.
5. Aumente su amor y apreciación de la verdad, la belleza y la bondad.
6. Conserve los valores sociales, morales, éticos y espirituales, reconocidos en su época.
7. Aumente su compenetración espiritual, su conciencia de Dios.
Pero la oración no tiene asociación verdadera con estas experiencias religiosas excepcionales. Cuando la oración se vuelve demasiado estética, cuando consiste casi exclusivamente de la contemplación bella y bendecida de la divinidad paradisiaca, pierde mucho de su influencia socializadora y tiende hacia el misticismo y el aislamiento de sus devotos. Existe cierto peligro asociado con la excesiva oración en privado, lo cual es corregido y prevenido por la oración en grupo, las devociones comunitarias.

8. LA ORACIÓN COMO EXPERIENCIA PERSONAL
Existe un aspecto verdaderamente espontáneo de la oración, ya que el hombre primitivo se encontró orando mucho antes de tener un concepto claro de un Dios. El hombre primitivo solía orar en dos situaciones distintas: cuando sufría grandes penurias, experimentaba el impulso de buscar ayuda; cuando se regocijaba, se dejaba llevar por la expresión impulsiva del regocijo.
La oración no es una evolución de la magia; la una y la otra surgieron independientemente. La magia era un intento de adaptar la Deidad a las condiciones; la oración es el esfuerzo de adaptar la personalidad a la voluntad de la Deidad. La verdadera oración es tanto moral como religiosa; la magia no es ni lo uno ni lo otro.
La oración puede volverse una costumbre establecida; muchos oran porque otros lo hacen. Aun otros oran porque temen que les sucederá algo terrible si no ofrecen sus súplicas regulares.
Para algunos individuos la oración es la expresión calma de la gratitud; para otros, una expresión de grupo de la alabanza, las devociones sociales; a veces es la imitación de la religión de otro, mientras que en la verdadera oración es la comunicación sincera y confiada de la naturaleza espiritual de la criatura con la presencia ubicua del espíritu del Creador.
La oración puede ser una expresión espontánea de la conciencia de Dios o una recitación sin sentido de las fórmulas teológicas. Puede ser la alabanza extática del alma conocedora de Dios o la obediencia esclava de un mortal dominado por el miedo. Es a veces la expresión patética del deseo espiritual y a veces el grito flagrante de frases pías. La oración puede ser alabanza regocijada o humilde ruego de perdón.
La oración puede ser el ruego infantil de lo imposible o la súplica madura de crecimiento moral y poder espiritual. La solicitud puede ser por el pan de cada día o el resultado de un anhelo sincero de hallar a Dios y hacer su voluntad. Puede ser un pedido totalmente egoísta o un gesto verdadero y magnífico hacia la realización de la fraternidad altruista.
La oración puede ser un grito airado de venganza o una intervención misericordiosa para con los enemigos de uno. Puede ser la expresión de la esperanza de cambiar a Dios o la poderosa técnica de cambiarse a sí mismo. Puede ser el ruego servil de un pecador perdido ante un Juez supuestamente severo o la expresión regocijada de un hijo liberado del Padre celestial viviente y misericordioso.
El hombre moderno vacila ante la idea de hablarse con Dios en una forma puramente personal. Muchos han abandonado la oración regular; tan sólo rezan cuando se encuentran bajo presión extraordinaria —en casos de urgencia. El hombre no debe temer hablar con Dios, pero sólo un individuo con espíritu infantil puede pensar en intentar persuadir, o presumir de cambiar, a Dios.
Pero la verdadera oración logra la realidad. Aunque las corrientes de aire sean ascendentes, el pájaro no podrá ascender a menos que extienda las alas. La oración eleva al hombre porque es una técnica de progresar mediante la utilización de las corrientes espirituales ascendentes del universo.
La oración genuina aumenta el crecimiento espiritual, modifica las actitudes y produce esa satisfacción que proviene de la comunión con la divinidad. Es la explosión espontánea de la conciencia de Dios.
Dios responde a la oración del hombre dándole una mayor revelación de la verdad, una enaltecida apreciación de la belleza, y un concepto aumentado de la bondad. La oración es un gesto subjetivo, pero pone en contacto con realidades objetivas poderosas en los niveles espirituales de la experiencia humana; es un gesto significativo por parte de lo humano por alcanzar los valores sobrehumanos. Es el más poderoso estímulo para el crecimiento espiritual.
Las palabras no tienen importancia en la oración; tan sólo forman el lecho intelectual en el cual fluye al azar el río de la súplica espiritual. El valor de las palabras de una oración es puramente autosugestivo en las devociones privadas y sociosugestivo en las devociones de grupo. Dios responde a la actitud del alma, no a las palabras.
La oración no es una técnica de escape de los conflictos sino más bien un estímulo para crecer al enfrentarse al conflicto mismo. Ora tan sólo por valores, no por cosas; por crecimiento, no por gratificación.

9. LAS CONDICIONES PARA QUE LA ORACIÓN SEA EFICAZ
Si quieres orar eficazmente, debes recordar las leyes de las solicitudes prevalecientes:
1. Debes calificar como orador poderoso enfrentando sincera y valientemente los problemas de la realidad del universo. Debes poseer vigor cósmico.
2. Debes haber agotado honestamente la capacidad humana de adaptación humana. Debes haber sido industrioso.
3. Debes rendir todo deseo de la mente y todo apetito del alma al abrazo transformador del crecimiento espiritual. Debes haber experimentado un enaltecimiento de los significados y una elevación de los valores.
4. Debes hacer una elección sincera de la voluntad divina. Debes obliterar el punto muerto de la indecisión.
5. No sólo reconoces la voluntad del Padre y eliges cumplir con ella, sino que has efectuado una consagración incondicional y una dedicación dinámica, al hacer efectivo de la voluntad del Padre.
6. Tu oración será dirigida exclusivamente por la sabiduría divina a solucionar los problemas humanos específicos con que te encontrás en la ascensión al Paraíso, el logro de la perfección divina.
7. Y debes tener fe —fe viviente.

Así pues, recordad los preceptos y principios anteriores y llevaros a la práctica no los dejéis pasar.

Ciencia, Filosofía y Religion...

Este mensaje va dirigido a aquellos que están divididos por las corrientes de la ciencia, la filosofía y la religión.

Causación —el ámbito de la realidad de los sentidos físicos, los ámbitos científicos de la uniformidad lógica, la diferenciación de lo factual y de lo no factual, las conclusiones reflexivas basadas en la reacción cósmica. Ésta es la forma matemática de la discriminación cósmica.

Deber —el ámbito de la realidad de la moral y del reino filosófico, el campo de la razón, el reconocimiento del bien y del mal relativos. Ésta es la fórmula judicial de la discriminación cósmica.

Adoración —el ámbito espiritual de la realidad de la experiencia religiosa, la comprensión personal de la fraternidad divina, el reconocimiento de los valores espirituales, la seguridad de la sobrevivencia eterna, la ascensión del estado de siervos de Dios al de regocijo y libertad de los hijos de Dios. Éste es el discernimiento más elevado de la mente cósmica, la forma reverencial y adoradora de la discriminación cósmica.

Estos discernimientos científicos, morales y espirituales, estas reacciones cósmicas, son innatas en la mente cósmica, que dota a todas las criaturas volitivas. La experiencia del vivir no deja nunca de desarrollar estas tres intuiciones cósmicas; ellas constituyen la autoconciencia del pensamiento reflexivo. Pero es triste registrar que tan pocas personas en la tierra se regocijan en cultivar estas cualidades de pensamiento cósmico valiente e independiente.

En las dotaciones de mente a los universos locales, estos tres discernimientos de la mente cósmica constituyen las premisas a priori que posibilitan que el hombre funcione como una personalidad racional y autoconsciente en los ámbitos de la ciencia, la filosofía y la religión. Dicho de otra manera, el reconocimiento de la realidad de estas tres manifestaciones del Infinito es mediante una técnica cósmica de autorrevelación. La materia-energía se reconocen por la lógica matemática de los sentidos; la mente-razón intuitivamente conoce su deber moral; la fe-espíritu (la adoración) es la religión de la realidad de la experiencia espiritual. Estos tres factores básicos en el pensamiento reflexivo pueden unificarse y coordinarse en el desarrollo de la personalidad, o se pueden volver desproporcionados y virtualmente no relacionados en sus funciones respectivas. Pero cuando se unifican, producen un carácter fuerte que consiste en la correlación de una ciencia factual, una filosofía moral, y una experiencia religiosa genuina. Y son estas tres intuiciones cósmicas las que prestan validez objetiva, realidad, a la experiencia humana en y con las cosas, los significados y los valores.

Es propósito de la enseñanza desarrollar y agudizar estas dotaciones innatas de la mente humana; de la civilización, expresarlas; de la experiencia de vida, comprenderlas; de la religión, ennoblecerlas; y de la personalidad, unificarlas.
No confundáis una con otra, no se entreguen a una para abandonar la otra, son conceptos que están entrelazados y no debéis tenerlas separadas una con la otra.

Saludos de un hermano.